Elecciones, pandemia e inflación

En política, el año comienza formalmente el 1º de marzo con las aperturas de sesiones en la Nación, en las provincias y en los municipios. Córdoba tiene la excepción de abrir su periodo legislativo un mes antes, el 1º de febrero, y el gobernador Juan Schiaretti cumplió con esta obligación en apenas 27 minutos.

A diferencia de otros años, donde el inicio del periodo ordinario servía para marcar la agenda política del oficialismo, sea el estamento que sea, esta vez la agenda social se impone ante una realidad marcada por la continuidad de la pandemia y la caída de los ingresos formales a causa de la fuerte inflación. Dos temas cruciales para el Presidente, los gobernadores y los intendentes. Nadie puede mirar para otro lado porque son temas en los cuales las decisiones gubernamentales impactan de lleno en la sociedad. 

El proceso de vacunación iniciado en diciembre marca un horizonte (¿cercano, lejano?) para terminar con la pandemia. Los desarrollos científicos mundiales han resultado satisfactorios y la gran batalla ahora será la distribución equitativa de las dosis entre los países. Sería una utopía pensarlo así, ya que el capitalismo mundial no se caracteriza justamente por la equidad entre las naciones, pero es de aguardar un mínimo gesto de humanidad de las grandes potencias con el resto. Las vacunas las necesitan todos los países, independientemente de su condición económica. En materia sanitaria, al menos, debería haber señales que permitan creer en un mundo más justo.

En ese camino se encuentra Argentina. No tiene desarrollos propios contra el Covid, aunque firmó acuerdos o negocia con casi todos los laboratorios. La obligación central del Gobierno Nacional será asegurar la provisión de vacunas en los próximos meses. Además, monitorear junto a los gobernadores el avance o no de los contagios ante un otoño-invierno que se nos aproxima. Es muy difícil pensar en un 2021 sin los cuidados del 2020 pese a contar con la vacuna: barbijo, alcohol en gel y distanciamiento, palabras que seguiremos escuchando por largo tiempo aún.

Los gobernadores y los intendentes, en tanto, seguirán de cerca el comportamiento de la población y habilitarán o cerrarán actividades de acuerdo con la realidad sanitaria local. Las actividades masivas quedarán para más adelante, ahora todo se protocoliza para funcionar más allá que en la práctica a veces se aplica y a veces no. Cuidarse es la clave para evitar contagiarse.

El otro aspecto, el económico, también será fundamental para la suerte de los oficialismos en las elecciones nacionales de octubre. Las legislativas asoman en el mediano plazo como plebiscito de la gestión nacional de Alberto Fernández. Los gobernadores también arriesgan su legitimidad porque, en definitiva, son sus diputados o senadores los que compiten en cada distrito para llegar al Congreso. Las primeras encuestas del año le permiten al oficialismo mostrarse optimista, sin embargo, la realidad de cada provincia no es la misma y la suma total de legisladores propios habrá que analizarlas hacia el final del proceso electoral.

La inflación, ese flagelo inherente a nuestra sociedad, que resulta difícil reducirla o eliminarla de la economía, determinará en gran medida la suerte del gobierno nacional y también de los provinciales y municipales en octubre. Al común de la población el dinero no le alcanza y la pandemia trajo además más pobreza y desempleo. Ninguna de las tres variables parece encontrar un camino de resolución en el corto o mediano plazo. El manejo de la inflación y el acuerdo de precios y salarios será seguido con atención por la población. Se vota con el bolsillo, en Argentina y en todo el mundo. Frase que suele utilizarle para elecciones ejecutivas. Aunque esta vez también lo será en las legislativas. La responsabilidad la tendrán los oficialismos, la oposición sólo buscará errores no forzados ante la carencia de ideas y el desconcierto que aun le significó perder en 2019.

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