La batalla por la presidencia del Concejo

Son días que la política está en ojotas, el descanso obligado de cada enero pone en pausa las definiciones que inevitablemente llegarán en las próximas semanas. La apertura de sesiones ordinarias en Córdoba, previstas para el 1º de febrero, marca el inicio de la actividad política en la provincia y el final del periodo vacacional. Asimismo, tanto en el plano local como nacional la apertura de sesiones se desarrollan un mes después, el 1º de marzo. 

 No obstante, durante febrero se eligen las autoridades del cuerpo legislativo. En el Congreso, luego de las amenazas de Juntos por el Cambio de querer intentar arrebatarle la presidencia al Frente de Todos, finalmente se diluyó esa idea contraria a las tradiciones democráticas. Sergio Massa seguirá al frente de la Cámara de Diputados, y por supuesto Cristina Fernández en la Cámara de Senadores (en ese caso no hay renovación ya que la presidencia le corresponde al vicepresidente –en este caso vicepresidenta- de la Nación).

 ¿Pero qué pasa en el plano local? La presidencia del Concejo Deliberante seguirá en manos del gillismo, o recaerá en algún otro edil que desee ocupar el segundo cargo más importante de la ciudad durante el 2022. ¿Y la oposición? ¿Votará algún candidato peronista, se abstendrá o también querrá la presidencia? A partir del mamarracho institucional de los últimos años, con la aprobación de licencias en favor de Martín Gill sin estar permitidas por las Carta Orgánica Municipal, el resultado de los debates y la votación puede arrojar cualquier desenlace. Nada hay que descartar. Todo puede suceder. 

 La sesión preparatoria, que tendrá lugar en un mes, luego del Festival Internacional de Peñas, plantea un escenario abierto para elegir al nuevo presidente del cuerpo. Ninguno de los espacios políticos tiene mayoría y necesitará del apoyo de otros bloques para erigirse con la máxima representación legislativa.

 En concreto, hay dos actores que quieren la presidencia. El gillista Pablo Rosso, que condujo de manera interina el Departamento Ejecutivo mientras Gill ocupó el cargo de Secretario de Obras Públicas de la Nación; y Carlos De Falco, que presidió el cuerpo en función del cargo temporario de Rosso en el DEM. Con la vuelta de Gill, Rosso volvió a la presidencia y De Falco al bloque. 

 Sin embargo, esta situación puede cambiar en febrero cuando se elijan las nuevas autoridades. En una nota periodística Rosso dijo que Gill lo quiere a él como presidente. En la última sesión del año, tanto De Falco como la oposición le recordaron en sala que dicho cargo lo determinan los concejales, no el intendente. 

 Rosso tiene el aval de tres concejales gillistas, incluido el voto de él mismo (más Verónica Vivó y Claudia Arias). De Falco, que quiere ese lugar, buscará en Julio Oyola, Daniel López y Juan Carlos Cladera los votos que lo posicionen para pelear mano a mano ante el gillismo. ¿Pero qué tienen pensando los accastellistas López y Cladera? Todavía es una incógnita. De Falco, alineado a Hacemos por Córdoba, confía que el apoyo del gobernador recaiga en su figura y obligue al accastellismo a apoyarlo. Si ese fuese el escenario, la votación estaría 4 a 3. 

 ¿Pero qué sucede con la oposición de Juntos por el Cambio? Si se abstiene, como lo ha hecho en otras oportunidades respecto a este tema puntual, el partido lo definirán entre los oficialistas. Aunque si vota, la cuenta ya es distinta. Desde el Pro (tres concejales: Karina Bruno, Carlos Primo y Natalia González) aseguran que De Falco terminó su etapa como presidente. Sin embargo, no dejaron trascender cómo votarán ni a quién en la preparatoria. Desde la UCR (Romeo Benzo y Luis Caronni) se han mostrado muy críticos del gillismo, por lo que resultaría difícil que su voto termine en Rosso. Asimismo, tampoco han adelantado ningún apoyo.

 En definitiva, si Juntos por el Cambio decide votar en esta sesión preparatoria de febrero, terminará colocando al presidente del cuerpo. Solo una votación unida del peronismo (que hoy parece difícil) podría evitarlo. Inclusive la presidencia podría quedar en manos de la oposición con el voto de sus cinco ediles. Dada la tradición legislativa y la línea sucesoria que implica tal cargo, resulta improbable que esto último suceda, pero puede ser una opción.

 Fuentes cercanas a Rosso señalan que el exintendente interino se muestra confiado en alcanzar los votos suficientes para continuar encabezando el poder legislativo local; mientras que fuentes cercanas a De Falco indican que la pelea será voto a voto hasta último momento. Tampoco hay que descartar un tercer y hasta un cuarto nombre, en el mundo de los acuerdos y desacuerdos de la política toda alternativa es válida hasta que quede descartada por completa. 

 Falta un mes para este hecho. Será una sesión preparatoria casi inédita, con todas las miradas políticas y periodísticas puestas en la Casona de Pereira y Domínguez. El Concejo ya le negó la quinta licencia a Gill, ¿le negará ahora la presidencia del cuerpo? 
 
Martin Alexis Alanis.

NOTAS RELACIONADAS

Parar la pelota

La clase política argentina necesita serenarse. Lo necesita el Gobierno y la oposición también. No se puede vivir este frenesí constante mientras la calidad de vida de...

100 días de motosierra y licuadora: ¿resultará?

Javier Milei prendió la motosierra, como dijo en campaña; pero también la licuadora, como sobrevino después. Motosierra para hachar fondos en todas las áreas de...

Con la agenda del departamento

El radical Alfredo Nigro fue elegido legislador departamental en junio pasado. Asumió en diciembre su banca y ahora proyecta un trabajo articulado con municipios, instituciones y vecinos d...

La Argentina de la inflación y las peleas de presidentes y vices

 No por repetidas dejan de ser resonantes. El análisis bien podría caber en los primeros años de Menem; o los primeros meses de De la Rua; o de Cristina Fernández...

MÁS LEÍDAS