La campaña arrancó con polémica

Oficialmente, la campaña rumbo a las elecciones generales del 14 de noviembre comenzó el pasado jueves 30 de septiembre con el registro de candidatos proclamados en las PASO.

 En este impasse entre las primarias y el inicio de la segunda etapa del calendario electoral, el oficialismo estuvo en el ojo de la tormenta por la derrota de agosto y los cambios en el gabinete. La oposición se mantuvo al margen del conflicto que tuvo como protagonistas al Presidente Alberto Fernández y a la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner, pero en las últimas horas volvió a la carga con una proclama que puede acarrear graves conflictos institucionales y políticos en el futuro.

 Primero lo habían señalado Patricia Bullrich y Elisa Carrió, presidenta del Pro y líder de la Coalición Cívica, respectivamente, y ahora lo confirmó la primera candidata a diputada nacional por Juntos por el Cambio en CABA, María Eugenia Vidal, la única que compite por un cargo electivo de las tres mencionadas. La oposición quiere alzarse con la presidencia de la Cámara de Diputados de la Nación si se repiten los resultados de las Paso (ganó por más de 10 puntos en el total nacional y venció al Gobierno en 17 de las 24 provincias). 

 Si en las generales se confirman los guarismos de las primarias, Juntos por el Cambio se quedaría con la primera minoría en la Cámara Baja, aunque lejos del quorum propio (unos 116 diputados). El oficialismo, en tanto, bajaría de 120 actuales a 111 y debería confirmar el alineamiento de los legisladores santiagueños para alcanzar los 117 votos. Más allá de los resultados finales de las elecciones y la cantidad de diputados que cada espacio político consiga en las urnas, la presidencia de Diputados siempre le corresponde por uso y costumbre al oficialismo.

 Dos motivos fundamentales: el primero, el presidente de la Cámara, en la actualidad Sergio Massa, es el tercero en la línea sucesoria del Presidente. Ya pasó en 2001, en pleno conflicto económico e institucional, que el presidente del cuerpo, en aquel momento Eduardo Camaño, asumió la Presidencia por algunas horas luego de la renuncia de Adolfo Rodríguez Saá. Y segundo, en la Argentina no existe la figura del co-gobierno, sino que el sistema republicano marca el rol del oficialismo y la oposición en la vida institucional del país.

 De hecho, entre 2015 y 2019, la presidencia de la Cámara Baja estuvo en manos de Emilio Monzó más allá que el macrismo-radicalismo no tuvo la primera minoría y jamás estuvo cerca de lograr el quorum propio. Obviamente también presidió el Senado de la Nación, ya que ese lugar le corresponde al vicepresidente (en aquellos años Gabriela Michetti).

 La elección del presidente de Diputados en diciembre, más allá de los resultados de noviembre, y las sucesivas leyes que se debatan en el pleno hasta 2023, tendrán como protagonistas actores impensados y que cobrarán relevancia en cada discusión entre oficialismo y oposición. Hablamos de los diputados distritales o de fuerzas minoritarias, que volcarán más que nunca la balanza para uno u otro lado.

 La izquierda, los cordobeses de Hacemos por Córdoba, los neuquinos del Movimiento Popular, solo para citar algunos casos, tendrán la llave para avanzar o trabar cualquier legislación que proponga la primera o segunda minoría. El gobernador Juan Schiaretti, ahora en un rol más anti-K para asegurar los tres diputados para el peronismo provincial, sabe que sus legisladores serán clave en el futuro ya que la Nación los necesitará para aprobar leyes centrales que se discutirán en el próximo año y medio, incluyendo el Presupuesto Nacional.

 El primer candidato a diputado en CABA, Leandro Santoro, salió a contestarle a Vidal y dejó en claro la posición del oficialismo. “Cosas que Vidal no puede explicar: como es que se dicen republicanos y se quieren quedar con la presidencia de la Cámara de Diputados para ponerse en línea de sucesión presidencial, sin tener mayoría”.

 La oposición nacional, que entre 2009 y 2011 fue mayoría en Diputados, con el famoso Grupo A, que terminó fracasando y luego perdiendo las elecciones presidenciales, no debería ingresar en debates que pueden resultar un búmeran. Las presidencias de ambas cámaras siempre son para el oficialismo, por la línea sucesoria presidencial y por la gobernabilidad. Ojalá que los partidos provinciales lleguen con más cordura y ordenen un posible planteo innecesario que no aportaría nada a la institucionalidad del país.

 Los argentinos esperan más soluciones y menos problemas. Si la oposición gana en noviembre será por errores del oficialismo y también por mérito propio, pero eso no los habilita para jugar con la institucionalidad de un país. Aguardamos por una campaña electoral con más propuestas y menos grietas. Lo mismo para después del 10 de diciembre.

Martin Alexis Alanis

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