¡Ordenen la política, la economía y la convivencia!

Como parte activa de la sociedad, el periodismo también suele caer en la indignación y desesperanza como metodología de análisis de la realidad cotidiana. No es lo recomendable, pero los desaciertos políticos y económicos golpean de igual manera a los comunicadores sociales, o al menos a la mayoría de ellos. Por eso, voy a tratar de salir de ese lugar cómodo (y a veces inevitable) para reflexionar sobre el difícil contexto nacional. Aunque permítanme una demanda urgente: ¡Ordenen la política, la economía y la convivencia!

 Argentina es un país maravilloso, progresista, emprendedor; sin embargo se torna complejo de comprender en determinados contextos económicos signados por la inflación, la baja de los salarios y la permanente incertidumbre. El Frente de Todos, que llegó al gobierno para revertir esta tendencia, la profundizó en el último año de gestión con desencuentros políticos entre sus principales figuras, que luego se tradujeron en magros resultados económicos. 

 No solo la salida de Martín Guzmán del Ministerio de Economía movió las estructuras del oficialismo, también sucedió con la renuncia de los funcionarios que responden a Cristina Fernández de Kirchner el año pasado o el rechazo al acuerdo firmado con el FMI en los inicios de este 2022. De la primera carta sobre “funcionarios que no funcionan” hasta este momento crítico, se han sucedido una serie de acontecimientos que esmerilaron (o autoesmerilaron) la gestión nacional.

 El Frente de Todos nació como respuesta al macrismo en 2019, luego de cuatro años paupérrimos en materia económica, y a pesar de mostrar índices positivos en empleo, exportaciones y producción, el internismo permanente y la microeconomía arrasada por la inflación diaria golpearon no solo la imagen presidencial, que está en 70% de rechazo, sino a todos los actores que conformaron la coalición gobernante. 

  No se salva nadie, y así lo muestran todas las encuestas, a pesar que el kirchnerismo se muestre como “opositor” a las medidas tomadas por Alberto y compañía. En definitiva, la enorme mayoría de la ciudadanía no hace esa distinción, pues el oficialismo es un todo más allá de sus públicas diferencias.
 
 Ahora llega Silvina Batakis. La nueva ministra de Economía mostró pocas cartas en los primeros días de gestión. Habló de continuidad, con algunos cambios. El kirchnerismo duro le plantea otra relación con el FMI y el impulso del Salario Básico Universal (SBU). Alberto, por su parte, se resiste a revisar el acuerdo con el organismo internacional (además es una ley, ya que el Congreso lo aprobó por mayoría) y no le convence la propuesta del SBU, ya que significaría un 1% del PBI según diversas estimaciones.

 La ministra marcó algunas pautas mínimas de trabajo, pero no esbozó su plan económico. De hecho, el equipo de colaboradores recién se está completando. Más allá de las buenas intenciones que cualquier funcionario pueda tener en la gestión, el respaldo político de las medidas representan en casi un todo las posibilidades de aplicación. Batakis llega con el aval de Cristina, Alberto no tenía demasiadas alternativas ni fortalezas en la negociación. La relación desigual de poder condiciona fuertemente al Presidente. Siguiendo la metáfora de las últimas semanas, Alberto tiene la lapicera, Cristina el poder político de la coalición.

 El “albertismo” como proyecto político entró en su fase final, solamente le quedará gestionar el Estado con la mayor cintura posible en el próximo año y medio; y enfrentar el avance del kirchnerismo y sus aliados. Alberto se quedó con la lapicera, y casi nada más. La Liga de Gobernadores la manejan Axel Kicillof y Jorge Capitanich y el sindicalismo terminará de acompañar a los mejores posicionados de cara al 2023. El peronismo se encolumna detrás de los votos y aquellos que no lo posean quedarán en el camino, así sea el mismísimo presidente.

 Aunque más allá de la política, la urgencia es la economía. Que las expresiones oficiales para bajar la inflación, aumentar los salarios e incrementar la producción no solo sea una expresión de deseo obvia, sino una realidad que el ciudadano perciba en sus ojos y bolsillos. Con la política y la economía ordenada, o en vías de ese camino, la ciudadanía recuperará la tranquilidad y por ende, la convivencia.

 Luego, en el cuarto oscuro, ratificará o rectificará el rumbo elegido en 2019. Pero en el mientras tanto, lo inmediato es mostrar gestión, medidas, resultados, acuerdos y diálogos. Que la Argentina tenga grietas entre oficialistas y opositores, más allá que se ha profundizado en los últimos diez años, vaya y pase… pero que ahora la grieta aparezcan entre los mismos integrantes de la coalición gobernante (y también pasa en la oposición) impacta de lleno en la vida cotidiana de la gente. Si comprenden la gravedad de la situación, les quedará un año y meses para revertirla. Si siguen en el internismo constante, no solo seguiremos viviendo en la incertidumbre, sino que el año próximo tendrá un resultado cantado. No hay más tiempo.

Martin Alexis Alanis.

NOTAS RELACIONADAS

Parar la pelota

La clase política argentina necesita serenarse. Lo necesita el Gobierno y la oposición también. No se puede vivir este frenesí constante mientras la calidad de vida de...

100 días de motosierra y licuadora: ¿resultará?

Javier Milei prendió la motosierra, como dijo en campaña; pero también la licuadora, como sobrevino después. Motosierra para hachar fondos en todas las áreas de...

Con la agenda del departamento

El radical Alfredo Nigro fue elegido legislador departamental en junio pasado. Asumió en diciembre su banca y ahora proyecta un trabajo articulado con municipios, instituciones y vecinos d...

La Argentina de la inflación y las peleas de presidentes y vices

 No por repetidas dejan de ser resonantes. El análisis bien podría caber en los primeros años de Menem; o los primeros meses de De la Rua; o de Cristina Fernández...

MÁS LEÍDAS