Paso a paso hacia 2023

La semana que termina y la nueva semana que se aproxima dejan las primeras señales que el 2023 ya empezó para la dirigencia política local y provincial. Ambas noticias ocurren en el seno del peronismo, pero tienen repercusión en el resto de las fuerzas políticas. Y hablamos en presente porque están sucediendo, ahora, en movimiento constante. Accastello y Gill, los protagonistas, otra vez.

 Por un lado, el ministro de Industria y exintendente de Villa María, Eduardo Accastello, propuso que en la ciudad haya Paso (primarias) para resolver las candidaturas. Dijo que presentará el proyecto ante las autoridades del Partido Justicialista y ante el Concejo Deliberante. Por otro lado, el actual intendente local, Martín Gill, encabezará el miércoles próximo una reunión política con intendentes para plantar bandera en la interna provincial del peronismo. Dos caras de una misma moneda. A saber.

 Accastello y Gill entienden que el peronismo no puede fracturarse en ningún distrito si quiere conservar el poder en 2023, sea en la Provincia o en cada uno de los municipios que gobierna, Villa María incluido. Accastello quiere primarias para resolver candidaturas locales y así evitar una posible fractura en caso de no alcanzar un acuerdo con el gillismo. 

 En tanto, el propio Gill quiere un mejor lugar en el futuro gobierno provincial (si el PJ gana las elecciones, claro) y busca revalorizar los 10 puntos que obtuvo el año pasado dado el escenario de paridad que se avecina en los comicios provinciales (por lo menos así lo marcan las encuestas). Cada uno juega con la amenaza de romper para conseguir una mejor negociación. 

 Gill necesita de Accastello para que el peronismo tenga posibilidades de reelegir en 2023 en Villa María (con el candidato que sea) y el PJ cordobés necesita de los votos de Gill y sus aliados para no dispersar el voto peronista y dejarle el triunfo servido en bandeja a Juntos por el Cambio.

 La amenaza de fractura y la consecuente derrota en las urnas es la principal arma que manejan ambos dirigentes en el concierto de internas locales y provinciales. Cada uno quiere hacer valorar sus porcentajes de votos. El accastellismo obtuvo en la ciudad el 18% en las legislativas (con la boleta de Hacemos por Córdoba) y el gillismo logró en la provincia el 10% (con la boleta del Frente de Todos).

 No son números altos si se comparan con aquellos obtenidos por los ganadores, que en ambos casos fue Juntos por el Cambio, aunque serían definitivos en una elección pareja en cualquiera de los dos niveles. De allí se explican las intenciones anticipadas de uno y otro.

 Para Accastello, las primarias legitimarían al ganador y sumaría al resto de los sectores para trabajar detrás de una sola candidatura (¿podría ser la de él mismo?). Para Gill, sumar una elección más a las cuatro o cinco del año próximo terminaría enojando al electorado. 

 “No es una prioridad para la gente”, afirmó una fuente municipal consultada por este medio. Y también dudaron del trabajo posterior a la primaria: “Nosotros no estamos acostumbrados a las internas, es una realidad. Los radicales sí. No estoy seguro en la máxima de que el ganador conduce y el perdedor acompaña”. Las heridas de los últimos años entre un sector y otro no permiten vislumbrar un escenario de paz en caso de competir en internas abiertas.

 En el plano provincial, Martín Llaryora es el candidato puesto para competir por la gobernación. La estructura provincial del PJ trabaja en ese sentido y él mismo ya lo dejó expuesto días atrás en una entrevista radial. “Llaryora no se discute, es el dirigente del peronismo que mejor mide en la provincia.

 Pero sí queremos discutir todos los otros cargos. Y el miércoles será el puntapié inicial”, señaló un dirigente de consulta permanente de Gill. 

 Unos ¿70, 80, 100? intendentes afines al Gobierno nacional se reunirán en el Hotel Amerian para analizar el escenario cordobés y muy posiblemente emitan un documento final. Algunos leerán el encuentro como el lanzamiento del actual intendente villamariense a la gobernación, aunque el mismísimo Gill sabe que ese lugar ya fue reservado para el jefe comunal de Córdoba. No obstante, si no hay acuerdo entre los diferentes sectores, seguramente Gill terminaría siendo el candidato del Frente de Todos en la provincia.

 Hoy se pregona por la unidad, los caminos van en esa dirección. A nivel partidario hubo unidad en todos los departamentos (en casi todos por consenso, en apenas dos hubo elecciones). Pero el paso de los meses verán sortear o no los obstáculos en cada plano. No es lo mismo la interna partidaria que las listas para ocupar cargos oficiales. Al PJ y también a Juntos por el Cambio la unidad les puede significar victoria, la fragmentación derrota. No hay que ser un genio del análisis político o un matemático calificado. Solo basta mirar las experiencias de unidad o de fragmentación en los partidos políticos. Allí están las respuestas. Y allí estarán las tensiones hasta último momento.

Martin Alexis Alanis.

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