Schiaretti: ¿oficialista, opositor o antigrieta?

El gobernador Juan Schiaretti no habla con la prensa, solo se dirige a la comunidad a través de sus discursos. Por ende, las definiciones políticas hay que encontrarlas en sus gestos, acciones y palabras en actos públicos. En general son contundentes, no dejan lugar a dudas. Una pena que hable poco y nada con los medios de comunicación, lo que permitiría conocer aún más en profundidad sus conceptos sobre la gestión y la política actual.

 La pregunta inicial tiene varias respuestas. El gobernador sabe moverse en arenas movedizas con gran destreza. Siempre encuentra caminos abiertos de negociación con el oficialismo o con la oposición nacional, según el tema en debate. Jamás lo van sorprender mal parado. Pero también asume un papel “antigrieta”, al menos en momentos álgidos de política partidaria y electoral. En gestión, de acuerdo a la conveniencia, elige votar con el oficialismo o con la oposición en el Congreso Nacional. 

 Pero cuando hay discusiones fuertes y definiciones políticas que empujan la tensión entre la centroderecha y la centroizquierda (macrismo versus kirchnerismo, en términos criollos de nuestra realidad) prefiere el camino de la antigrieta, más allá de las permanentes seducciones de sectores tradicionales del peronismo (gobernadores, fundamentalmente) o referentes macristas o radicales que lo quieren con la camiseta de Juntos por el Cambio en 2023.

 Schiaretti visitó por segunda vez en tres semanas el conglomerado. Primero lo hizo en Villa María, en el marco de la puesta en marcha de la licitación por la segunda etapa de circunvalación; el pasado lunes en Villa Nueva, donde inauguró la escuela ProA. Prometió volver para inaugurar la sede de la nueva policía y también para habilitar la pavimentación entre Villa Nueva y Sanabria. 

 El mandatario provincial refuerza su presencia en el departamento General San Martín, refugio del Frente de Todos en la provincia, dado el liderazgo de los intendentes Martín Gill y Natalio Graglia, ambos candidatos K en las legislativas del año pasado. Si bien el departamento y ambas ciudades fueron bastiones del macrismo, las elecciones ejecutivas futuras tienen otro significado y otro análisis del electorado. El gobernador apuesta a la continuidad del PJ cordobés en el Panal y la campaña la ejecuta todos los días en el interior con inauguración de obras. No quiere perder un voto y a la vez recuperar aquellos que eligieron al peronismo K en los recientes comicios. No da puntada sin hilo, con un candidato que parece puesto: el intendente capitalino Martín Llaryora.

 Sin embargo, más allá de la coyuntura local y provincial, Schiaretti enfoca su proyección nacional a través de encuentros, reuniones y gestos ambiguos que permiten especular sobre la formación de una tercera vía antigrieta o la incorporación a Juntos por el Cambio pese a las resistencias de radicales, juecistas y parte del peronismo provincial. A la pregunta inicial, ¿es oficialista del Gobierno nacional? Claramente no, a pesar de votar el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI). De manera permanente apunta sus críticas hacia el kirchnerismo. 

 ¿Es opositor? Sí, aunque un opositor que no proviene de las filas del macrismo-radicalismo-juecismo. Viene de sectores del peronismo más ortodoxo que rechazan las formas y los métodos del kirchnerismo. También ha sido crítico de la oposición nacional. Durante la campaña pasada aseguró que tanto el macrismo como el kirchnerismo fueron un “fracaso” en el gobierno y los acusó de meterle “la mano en el bolsillo a los cordobeses” por su política centralista porteña.

 Si bien hay sectores que lo seducen para que se sume al armado opositor nacional, y de hecho recibió semanas atrás en la Casa de Gobierno a dirigentes radicales como Gerardo Morales y Facundo Manes, en la realidad parece bastante improbable. ¿Cómo justificarían, por ejemplo, los radicales de Córdoba la incorporación de Schiaretti en el armado nacional cuando en la propia provincia buscan ganarle una elección ejecutiva luego de 24 años? 

 El gobernador sabe de las dificultades para acercarse al conglomerado opositor, y por eso recibió con agrado la invitación para dialogar con dirigentes peronistas, radicales y macristas en la casa de Juan Manuel Urtubey en San Isidro. Allí se sentiría cómodo, en un armado “antigrieta” que contenga expresiones de sectores de centro y centro derecha. Allí confluyeron Morales, Emilio Monzó, Florencio Randazzo, Graciela Camaño, Rogelio Frigerio, Ángel Rozas y el intendente de Rosario, Pablo Javkin.

 No hay dudas que el grueso de los dirigentes peronistas hoy están encolumnados detrás del Gobierno nacional (albertistas, cristinistas y afines); y los opositores en el armado de Juntos por el Cambio. De allí radica la dificultad del gobernador de encontrar un espacio nacional que lo contenga. No le quedará otra alternativa que construirlo, si quiere proyectarse a nivel nacional; aunque primero deberá defender el territorio en una elección muy compleja y pareja como la venidera en 2023. Sin una victoria provincial, difícilmente pueda proyectar el modelo cordobés “antigrieta”. Es la doble tarea que tal vez asuma de aquí en adelante.

Martin Alexis Alanis.

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