Una brújula para el Frente de Todos

 “Prometo que el viernes va a empezar otra guerra, la guerra contra la inflación en la Argentina”, dijo el Presidente Alberto Fernández en un acto en la provincia de Buenos Aires, frase extraordinariamente desafortunada en lo semántico, político y económico. Todo un signo del momento que vive el propio Presidente de la Nación y el espacio político que lo llevó al poder, el Frente de Todos. La vicepresidenta Cristina Fernández ya ni le atiende el teléfono. 

 Lo señaló hasta el columnista político de Página 12, Mario Wainfeld, quien en su habitual opinión de los domingos afirmó que la colación oficialista “atraviesa su peor momento” desde que llegó al poder en diciembre de 2019. El Presidente necesita urgente una brújula para orientar el barco a puerto y el Frente de Todos un faro que le permita recuperar iniciativa y credibilidad ante la sociedad. Hoy está a la deriva, sin cohesión, coherencia y norte. “Si cada uno va hacer lo que quiere, estamos fritos”, lo admitió el ministro de Seguridad, Aníbal Fernández.

 Un gobierno que llegó con la promesa de acordar con el FMI (ya lo consiguió, con el respaldo de ambas cámaras) y atacar el grave problema inflacionario que dejaba Mauricio Macri. Luego de 4 años de gobierno, el expresidente se retiraba del poder con 53,8% en diciembre de 2019. Sin embargo, y lejos de priorizar la baja de la inflación, el gobierno de Alberto Fernández (¿es el mismo de Cristina o ya se puede afirmar que la ruptura es casi un hecho?) relegó el combate a los altos índices mensuales y el problema hoy se le fue de las manos. Inflación record de alimentos y bebidas en febrero, 7,5% y un acumulado general en los 12 meses de 52%, apenas un punto menos de la que dejó Macri.

 Alberto no tuvo mejor idea (¿fue una ocurrencia o algún asesor se la sugirió, lo que aún sería más grave?) que mencionar la palabra “guerra” para afirmar que “el viernes” comienza la pelea cuerpo a cuerpo contra la inflación. Guerra en un contexto bélico, producto de la invasión de Rusia a Ucrania, suena totalmente fuera de lugar. En lo semántico un error gravísimo. En lo político, marcar una fecha para abordar el problema de la inflación. ¿Y antes? ¿Recién ahora advierte la gravedad de la problemática? ¿Ahora comprende él y su gobierno que los asalariados -formales e informales- sufren un deterioro mensual en el poder de compra? ¿Quién puede creer sinceramente que ahora sí atenderá la inflación cuando él mismo admitió que antes no lo hizo o lo hizo a medias? Y finalmente, una expectativa desmesurada en lo económico. 

 Ningún economista serio advierte una baja de los índices inflacionarios para este 2022, por el contrario, la mayoría señala números similares o superiores a 2021; y además no es un tema que se resuelve con un plan antinflacionario de corto plazo. Lleva muchos meses, inclusos años, y cuando la población advierta que los números continúan siendo similares (poco más, poco menos) le reprochará al propio Alberto Fernández haber perdido la guerra (en sus propios términos) contra la inflación.

 Vayamos directamente al acuerdo firmado con el Fondo Monetario Internacional (FMI). Allí se hablan de metas inflacionarias para los próximos tres años: en rangos, marca un 38% a 48% para este año; luego baja a 34-42% para 2023; finalmente en 2024 podría quebrar el piso de 30%: entre 29-37%. Asimismo, y pese al optimismo del Gobierno y el FMI respecto a estas proyecciones, los números continúan siendo elevadísimos. No lo digo yo, lo está diciendo el propio Gobierno en consonancia con el Fondo. 

  Hay aspectos positivos que permiten ser optimistas en el mediano- largo plazo: actividad económica que se recupera tras la pandemia, buenos números en materia agropecuaria, construcción e industria, paritarias en torno al 50% y recaudación por encima de la inflación. El acuerdo con el FMI traerá calma en la macro. Ahora es tiempo de atender la micro. Que sea desde este viernes Presidente, no espere más.

Lleva casi dos años y medio en el ejercicio de la presidencia. Si el Gobierno quiere ser competitivo electoralmente en 2023 deberá cambiar esta dura realidad en lo inmediato, la inflación primero; el desaguisado político interno en segundo orden, pero urgente. 

Martin Alexis Alanis.

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