En busca del voto anti-k

En busca del voto anti-k

En Córdoba, 9 de cada 10 electores votan habitualmente en contra del kirchnerismo. No todos eligen la misma opción opositora, pero el grueso prefiere listas anti-k, de derecha o de izquierda. Y los números certifican esta observación fácilmente comprobable. Cuando el kirchnerismo se presentó solo en elecciones legislativas, los guarismos hablaron por sí solos. Repasemos.

 En 2009, post 125, la gremialista Carmen Nebreda apenas logró el 9% de los votos; en 2013, la dupla Martín Gill-Carolina Scotto elevó la cifra a 15%, en la mejor elección hasta el momento; pero en 2017 Pablo Carro volvió al 9%. En esta oportunidad, Gill no salió del promedio. En las Paso, el kirchnerismo apenas arañó el 11%. Veremos los números definitivos de las generales de noviembre, aunque no suelen cambiar sustancialmente de una elección a otra.

 Por eso, con los datos sobre la mesa, tanto Juntos por el Cambio como Hacemos por Córdoba profundizarán su perfil anti-k para sumar votos el próximo 14 de noviembre. El razonamiento suena lógico si se comprende el perfil marcadamente opositor al Gobierno nacional que muestra la sociedad cordobesa. Lo que “más garpa” en términos electorales es ser anti-k, aunque las consecuencias de votar en “contra de” y no “a favor de” suelen ser devastadoras. Siempre es mejor el voto positivo que el negativo, pero las motivaciones de los electores escapan las posibilidades de análisis de esta columna.

 Son múltiples y difícil de sistematizar. El ciudadano votó en varias ocasiones “en contra de”, ya pasó con la Alianza a principios de siglo; lo mismo sucedió con Cambiemos versión Mauricio Macri de 2015 a 2019. Ambas experiencias profundizaron los problemas existentes y terminaron con toda la pena y ninguna gloria.

 En la segunda parte de la campaña, el peronismo provincial competirá por el voto opositor con Juntos por el Cambio. Se disputarán el mismo electorado con propuestas bastante similares, todas confrontando con un mismo destinatario: el kirchnerismo. Ya hubo una primera muestra esta semana. El gobernador Juan Schiaretti recibió a la cúpula de la Mesa de Enlace y reclamó el fin del cepo a la exportación de carne. También pidió cambiar la ley de biocombustibles y propuso eliminar gradualmente las retenciones. Es exactamente lo mismo que dijeron Luis Juez y Rodrigo De Loredo, los ganadores de la interna de Juntos por el Cambio en la previa de las Paso. Seguramente insistirán con el mismo discurso en las próximas semanas.

 Juez intentará pegar la gestión provincial con la nacional, diciendo que en el Congreso Nacional y en la Unicameral siempre votan en el mismo sentido; mientras que el gobernador y sus candidatos insistirán con la defensa de Córdoba en temas relacionados al agro, la justicia y la distribución de subsidios. Más allá de los discursivo y de los temas que cada espacio político priorice para hablar durante la campaña, el perfil anti-kirchnerista estará en cada expresión. En algunos casos más explícitos, en otros de manera elíptica, pero siempre rondará la diferenciación con el adversario nacional.

 El objetivo del macrismo-radicalismo-juecismo es superar el 50% de los votos y alcanzar la sexta banca en la Cámara de Diputados. Los dos senadores, con los resultados de las primarias, son un hecho irreversible. Hacemos por Córdoba, que el pasado 12 de septiembre llegó a 24 puntos, aspira a los 30.

 De esta manera se aseguraría las tres bancas en la Cámara Baja y se quedaría con el tercer senador. Finalmente, el kirchnerismo conservará la banca de Diputados que puso en juego en la provincia si mantiene el mismo porcentaje, aunque le será imposible pelear por la senaduría que pretende conservar.
 Al oficialismo nacional, con la derrota en las primarias, más el cimbronazo interno que derivó en la pelea del Presidente con la Vicepresidenta, y la consecuente modificación en el Gabinete, le resultará más que dificultoso recuperar caudal electoral en noviembre en provincias de la zona centro del país.

 Tal vez pueda mejorar la performance en la provincia de Buenos Aires, sobre todo en el conurbano, lo que le permitará descontar votos en el total nacional. Por ahora hay cambios de funcionarios e insipientes anuncios para mejorar el bolsillo de los trabajadores y las clases media y bajas. 

  En dos meses se necesita una tarea titánica para dar vuelta un resultado tan contundente, pero en política nada es imposible y menos cuando el peronismo gobierna la provincia más grande de la Argentina. Por ahora solo hay relanzamiento de la gestión, en un par de semanas conoceremos la nueva estrategia política-comunicacional para las generales. Allí la oposición tiene ventaja, no gobierna y ya piensa la campaña para noviembre. Para Alberto Fernández y todos sus candidatos la gestión deberá ser la campaña en este tiempo, caso contrario, el segundo golpe puede ser más duro que el primero. 

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