Los desafíos de hoy

Los desafíos de hoy

La globalización y digitalización de los negocios está generando consecuencias impensadas hace muy poco tiempo atrás. El desarrollo de operaciones comerciales por la red global no solo cambia las reglas de juego en materia comercial y productiva, sino que complica también a los organismos recaudatorios de los distintos países ya que en muchos casos no pueden determinar la renta que dichas operaciones generan y, por lo tanto, aplicarles impuestos.

En la última reunión del G20, sus integrantes propusieron avanzar en un impuesto a nivel global con una alícuota única (se habló de un 15%) para gravar a las empresas multinacionales que generan operaciones sin ocupar espacios físicos en un país y en muchos casos facturando desde paraísos fiscales a donde tributan impuestos significativamente menores perjudicando al resto.

Argentina en particular ya está pensando, por su lado, en aplicar un impuesto para gravar la ganancia de este tipo de empresas por las operaciones que se produzcan en el país. Estos gestos ponen en evidencia la imposibilidad que en muchos casos tienen los Estados de cobrar impuestos a empresas que no están radicadas físicamente en el lugar. Una situación que puede poner en crisis el sistema tradicional de recaudación de impuestos con que se financian los distintos gobiernos del mundo. Esta condición pone en jaque, en definitiva, a la principal fuente de financiamiento del Estado.

Más allá de lo que le pase en el futuro a los gobiernos en términos de su recaudación impositiva, el ejemplo vale para pensar que la economía que viene presenta desafíos que nos incluye a todos, incluso a los más poderosos. La dinámica que impone la globalización y la digitalización hace que cada uno de nosotros deba repensar su modelo de negocios, su forma de gestionar.

El avance de las nuevas tecnologías no es inocuo, tiene su impacto imponiendo una brecha mayor con quienes no acceden a ella por lo que se hace imperioso que todos, y en esto incluyo lógicamente a los gobiernos, debemos involucrarnos en el tema.

Sistema educativo, organizaciones del tercer sector, empresas, profesionales, entidades corporativas, etc. debieran incluir en su agenda este tema de la reconversión tecnológica de manera prioritaria.

En nuestro país todavía seguimos discutiendo cuestiones que tienen que ver con el dólar, la inflación, legislación laboral, etc. Temas que, sin restarle importancia, nos distraen de aquello que es más apremiante, el desafío de incorporarse a un nuevo mundo en materia de tecnología con lo que ello implica, una nueva forma de relacionarnos y hacer negocios. Un desafío mayúsculo para los argentinos porque a la crisis global le debemos agregar nuestra propia crisis que sin duda atrasa y nos saca del foco de los verdaderos problemas del presente y el futuro inmediato.

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