Capturando momentos

Candela Roulier, es licenciada en Diseño y Producción Audiovisual, egresada de la UNVM. Siempre quiso viajar, experimentar y conocer nuevas culturas. En 2017 a través de un intercambio estudiantil fue a una universidad en Colombia. “Ese viaje fue un antes y un después. Me sorprendió Colombia, pero yo había postulado para México y me quedó ahí en el tintero la posibilidad de ir”.
Es de Embajador Martini, un pueblito chico de La Pampa. Vino a Villa María a estudiar a los 17 años y se quedó por 10, por lo que siente la ciudad como suya. Sus ganas de conocer y ganar experiencia la llevaron a irse.
Cuenta que apenas graduada y tomando unos mates en su casa armó el viaje. “Salir de la zona de confort, cuidarte de que no pase nada y más siendo mujer, pero es lo que quería, lo que me gustaba. Quería experiencia. Para la familia no es fácil, pero se fueron acostumbrando”.
En 2024 llegó a Islas Mujeres en el caribe Mexicano. “Ver los colores del mar, de la arena y el resultado de tanto trabajo y planes fue increíble. Llegué a la casa de unos conocidos que me ayudaron a buscar un lugar para alquilar. La verdad que es mucho más fácil alquilar que aquí, no hay tantos requisitos como en la Argentina. Viví tres meses allí. Apenas llegue conseguí trabajo en una empresa de alquiler de carros de golf como fotógrafa. También hacía videos y fotos a artistas callejeros”.
Luego vivió en Playa del Carmen donde hizo un voluntariado. Por esta modalidad te dan un lugar para dormir, comida y se comparte con otros voluntarios, a cambio se deben cumplir tareas en un hotel. Ya sea de recepción, de mandados, acomodando las habitaciones. Aparte trabajaba como fotógrafa en otro hotel all inclusive.
“Aprendí mucho de esta experiencia, tanto en el hotel de voluntaria como haciendo fotos en el otro de alta categoría. Seguí trabajando en forma independiente como fotógrafa en las playas públicas y me fue muy bien. Allí estuve cinco meses, pero decidí irme a otro punto de México. Siempre me movió la necesidad de conocer la cultura y la esencia mexicana, pero en los lugares turísticos no podía”.
Se trasladó a Puerto Escondido en el estado de Oaxaca. Del lado del Pacífico. “Me fue más difícil ejercer mi profesión por lo que comencé a trabajar en un restaurante. Llegaron las fiestas justo en ese momento y la verdad es que fue muy difícil, ya que es duro pasar esas fechas lejos de casa”.
“Puerto Escondido es muy chico, por lo que es un lugar seguro. Hay muchas playas con olas donde van los surfistas. Estuve unos meses allí y luego decidí irme a Guadalajara, a donde vivo actualmente. Es una de las ciudades más importantes de México, con una gran oferta artística, museos, espacios. La cuestión laboral es difícil. Ahora estoy haciendo un voluntariado donde produzco la generación de contenidos y el trabajo en redes del hotel a cambio de un lugar para dormir y desayuno. La idea es que en cada sitio al que voy, además de trabajar, quiero conocer las costumbres y su gente”.
“No es fácil estar lejos de casa. Hay días en los que se extraña más que otros, por suerte las comunicaciones nos acercan. Hay una gran diferencia en lo económico, aunque aquí tenés que trabajar como en todos lados, el dinero rinde más y se vive mejor en este sentido”.