La Libertad Avanza rompe todos los manuales
En los días previos a las elecciones legislativas, el consultor político Jaime Durán Barba, artífice del triunfo de Mauricio Macri en 2015, dijo que, en sus estudios sociológicos, la Argentina “es el país más antinorteamericano” de América Latina. Y agregó que no le parecía una buena estrategia “pegarse” a Estados Unidos en plena campaña electoral.
A la vez, (casi) todos los periodistas y analistas políticos, y me incluyo, decíamos que la suerte del Gobierno de Javier Milei en la provincia de Buenos Aires, principal distrito electoral del país, ya estaba echada y solo le quedaba compensar con buenos resultados en Mendoza, CABA y Entre Ríos. A nadie se le ocurrió que podía revertir el resultado en apenas un mes y medio (perdió por 14 las legislativas bonaerenses) y que podía ganar con tanta amplitud en Córdoba y Santa Fe, bastiones del flamante Provincias Unidas.
Incluso resulta extraño la escasa presencia de propaganda política tradicional como carteles en la vía pública o folletos en las calles. Con las redes sociales les basta y sobra para penetrar en el electorado. Tampoco les hace falta aparatos políticos ni la apertura de locales partidarios. De hecho, en Villa María no lo había. Ni dirigentes que capitalicen la victoria en la ciudad o en la región.
Por eso, señores, La Libertad Avanza rompe todos los manuales tradicionales de la política. Se “pega” con Estados Unidos, y gana ampliamente; no pega cartelería en las calles, y gana ampliamente; revierte resultados en poco tiempo en el corazón del peronismo, y gana ampliamente. Un 41% del padrón total del electorado cuando ningún encuestador vaticinaba más de 35%. En Córdoba y en Santa Fe, la diferencia fue sorpresiva en función de lo esperado (paridad o triunfo de los oficialismos provinciales).
Está claro que “el riesgo kuka” operó como catalizador para profundizar la polarización de libertarios con kirchneristas. El voto útil primó ante cualquier otro análisis. La mayoría de la población eligió no volver al pasado y dar crédito -al menos por dos años más- al gobierno libertario. Tampoco creo que la gente haya votado contra los gobernadores o los intendentes. Solo optó por ratificar el rumbo nacional elegido en 2023.
No obstante, y a pesar del masivo respaldo en las urnas, la ciudadanía no da cheques en blanco. En 2017, también en elecciones legislativas, Juntos por el Cambio arrasó en todo el país, incluso en la provincia de Buenos Aires (Esteban Bullrich venció a Cristina Kirchner). Un año después, el gobierno de Mauricio Macri entró en un declive imparable hasta la derrota del año siguiente.
Milei apeló a la motosierra y dejó sectores muy golpeados. Sobre todo, jubilados, universitarios, discapacidad y provincias y municipios. Sectores que se manifestaron en las calles y en los medios, con demandas legítimas y concretas, pero que evidentemente no representan el todo. Solo una parte. Hoy la mayoría de los argentinos prefirieron revalidar “lo nuevo” antes de retornar “a lo viejo”.
El gobierno deberá mostrar resultados en los próximos dos años. No solo ordenar la macro, que le permitió bajar drásticamente la inflación, sino focalizar en la micro: recuperar ingresos de la población, promover la producción y el empleo, retomar la obra pública esencial como rutas o puentes. No hay dudas que impulsará el debate previsional, impositivo y laboral en el Congreso. Tal vez consiga su aprobación. Aunque también deberá acompañar ese proceso de cambios con mejores salarios y ayuda para los sectores más postergados.
En términos numéricos, el 10 de diciembre el Congreso Nacional mostrará esta composición: La Libertad Avanza junto al Pro suman 110 diputados y 25 senadores. El quorum se consigue con 129 en la Cámara Baja, 37 en la Cámara Alta. A pesar de la buena elección, lejos está de conseguir quorum propio. El peronismo k y aliados llegan a 100 y 28, respectivamente. Tampoco les alcanza. Los grandes árbitros de estos dos años serán los gobernadores. Más allá de que su performance electoral fue pobre, tendrán la llave para destrabar las votaciones de cada ley. Hay 62 “árbitros” en Diputados, 19 en Senadores.
Por eso Milei convocó a los jefes provinciales en el discurso del domingo por la noche. Con un tono más moderado, eligió a la oposición dialoguista (que excluye al kirchnerismo) como actor clave para alcanzar los consensos necesarios. El FMI y Estados Unidos piden cambios laborales e impositivos y solo con diputados o senadores libertarios no alcanza. Y allí los gobernadores, con necesidad de fondos frescos, seguramente habiliten las discusiones y su posterior sanción. Negociar también implica ceder, y si el gobierno acepta los cambios propuestos desde los distintos sectores, posiblemente encuentre tierra fértil para aprobar las normas que considere necesarias. Inclusive, el Presupuesto Nacional. Se abre otro capítulo en la historia argentina. Los viejos manuales de la política -por ahora- quedaron desactualizados, la historia se está reescribiendo en tiempo real.
Martín Alexis Alanis.