Dedicado a un clásico

Víctor Ferretti dejó su trabajo de años para emprender por su propia cuenta. Quería tener algo suyo y sentía que había llegado el momento para hacerlo. Deseaba estar más tranquilo, pasar más tiempo con sus hijas, por eso lo hizo.


Dejó su trabajo en un comercio de la ciudad y con más de 40 años empezó con algo nuevo y totalmente diferente a lo que venía haciendo. De un día para el otro se transformó en maestro pastelero. Cobró la indemnización por su trabajo, construyó y acondicionó un quincho en el patio de su casa para arrancar con su nueva profesión.


Comenzó a elaborar productos de pastelería fina para un importante negocio de la ciudad. Hacía merengues, bases de brownie, tapas para rogel y para alfajores. “No tenía experiencia en la cocina. Pero sí ganas de emprender algo, así que busqué, investigué y probé para elaborar la mercadería y que saliera como yo deseaba”.


Así trabajó cerca de diez años y luego se sumó a su emprendimiento Claudia, su hermana. De a poco vio que podía proponer algo nuevo y así surgió el emprendimiento de las medialunas. “Estaba haciendo masas finas y pastelería. Probé con medialunas porque sabía que me salían ricas. En un momento toqué fondo, por eso salió este producto. Aunque cuando estás con un emprendimiento propio estos no son inconvenientes, son desafíos a superar”.


La primera producción la llevó a dos comercios y las vendió, luego fue el boca a boca lo que lo ayudó a crecer y estar hoy presente en 25 comercios, atendiendo a 12 bares y confiterías. La producción es de mil medialunas por día. Cuenta que su secreto está en el uso de los ingredientes de primera calidad.

Un comienzo duro
Recuerda que los comienzos fueron muy difíciles porque no tenía las herramientas apropiadas para elaborar, así que la producción era artesanal. “Lo único que tenía era un horno repostero por lo que la tarea era difícil. Amasaba a golpes, porque no tenía amasadora y los dobleces los hacía con un palo de amasar. Con poca capacidad en el horno comenzaba a las 3 de la mañana y recién a las 10 terminaba. El reparto lo hacía en dos veces, llevaba algunas a las 8 y otras a las 10”.


Con el dinero de las primeras producciones pudo comprar un horno con más capacidad y una amasadora lo que alivianó la tarea y le dio la posibilidad de seguir creciendo.


Si bien el emprendedorismo es una iniciativa individual, no se puede realizar sin la colaboración de la familia y de una red de contactos que se van ganando y sumando de los trabajos anteriores. “La satisfacción de lograr algo en forma independiente es importante. La familia ayuda y es un pilar fundamental. Pero es una satisfacción ver lo que pude lograr por mi cuenta.

Generalmente observo a muchos que hacen cosas y cuando se emprende con ganas se sale adelante. Hay que poner pasión y horas de trabajo”.


 Muchas personas se plantean en determinado momento la idea de dejar el sueldo seguro a fin de mes, el ambiente de trabajo conocido y todo lo que ello involucra, para lanzarse a emprender algo por cuenta propia. El ejemplo de Víctor sirve para saber que se puede lograr.

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