La visión joven
Salvador Vitelli tiene 29 años, es contador público y parte activa de una empresa familiar vinculada al agro. Con formación adicional en el CEMA y otras instituciones especializadas, siempre sintió afinidad por las finanzas y los mercados.
“Lo económico y lo financiero lo veo reflejado en las decisiones cotidianas: desde cómo impacta el IVA, hasta qué estrategia conviene tomar frente a una variación en el tipo de cambio. Todo eso se va aprendiendo con el tiempo. Uno no sale de la facultad sabiendo cómo se arma una posición comercial o cómo administrar un flujo en un año seco. Se aprende en el barro, como decimos nosotros”.
Su pasión por las finanzas lo llevó a especializarse en mercados de capitales. Futuros, opciones, derivados, cobertura de precios. Pero con el tiempo entendió que el trabajo real también necesita enfoque práctico. “Uno empieza muy metido en el mercado, en la teoría. Pero después te das cuenta que lo esencial muchas veces es saber cómo pagar menos impuesto al cheque, o cómo cuidar la caja para no tener un rechazo”.
Esa experiencia mixta lo llevó a convertirse en un puente entre ambos mundos. Por eso sus redes sociales hoy funcionan como una suerte de canal de información objetiva, pensada para ayudar a otros. “Lo que intento hacer es comunicar con datos. Contar lo que está pasando, pero sin teñirlo de opinión. Que cada uno saque sus conclusiones. Yo pongo los números”, resume.
Su estilo le valió una creciente audiencia, especialmente entre jóvenes y profesionales del interior. En 2024, un posteo suyo sobre el déficit fiscal argentino llamó la atención del propio Ministerio de Economía Luis Caputo. “No fue algo que busqué. Pero mostró que hay ganas de entender y comunicar temas complejos sin tanto ruido. Eso me impulsa a seguir haciéndolo”.
Salvador no habla del campo desde la tribuna. Lo conoce. Sabe lo que cuesta tomar decisiones en un sector atravesado por la incertidumbre climática, política y económica. Por eso, cuando se le pregunta qué necesita el agro para liberar su potencial, argumenta con datos. Cita un estudio reciente de CREA donde demuestra el impacto directo que tienen las retenciones sobre la productividad y la inversión. “Eliminar los derechos de exportación. Es lo primero y es lo que más condiciona al sector. Son más de 200.000 millones de dólares extraídos al sector que en los últimos años se esfumaron”.
“Yo no pido soluciones mágicas. Solo que se deje de castigar al único sector que consistentemente genera dólares. El productor ya invierte, ya arriesga. Lo único que pide es que no le pongan el pie encima”.
Cuando muchos de su generación hacían las valijas para emigrar, eligió quedarse. Hoy, con el giro del escenario macroeconómico, siente que hay un nuevo clima. “Se empezó a hablar de déficit fiscal, de equilibrio, de inversión real. Cosas que hace cinco años no estaban en la agenda pública. Eso muestra que algo cambió en la demanda social”.
Otro de los temas que lo apasionan es la educación financiera. Y no sólo para inversores sofisticados. “Durante décadas nos acostumbramos a pensar que invertir era poner la plata en un plazo fijo o comprar dólares. Pero hay muchas más herramientas. Y también más riesgos. Por eso es fundamental aprender”, sostiene.
Considera que uno de los grandes desafíos del país es formar ciudadanos que puedan tomar decisiones informadas. “La falta de educación financiera ha dejado a mucha gente vulnerable frente a estafas o promesas imposibles. Hay que explicar qué retornos son razonables, qué instrumentos existen, qué significa asumir un riesgo. Y hacerlo con responsabilidad”.
Desde su lugar, intenta aportar a esa misión. A través de sus redes, de charlas, de exposiciones, trata de acercar conceptos complejos al llano.
¿Cómo ve Argentina en los próximos años? “Tengo esperanza. Creo que la estabilidad es una condición necesaria para que el país se desarrolle. Sin estabilidad es imposible proyectar algo. Pero con ella, el potencial que tenemos es enorme”.
Menciona, otra vez, el rol del agro como motor económico, pero también la necesidad de una estructura impositiva más lógica, una regulación más ágil para las pymes, y una política que acompañe. “Hoy los incentivos están más alineados. Falta que se concreten. Pero hay un cambio de mentalidad, y eso ya es un paso enorme”.