OFICIAL $950 / BLUE $1435 / MEP $1329.2 / CCL $1321 / BLUE VILLA MARIA : $1440,00

Parrillada completa en la ruta

Mollejas crocantes por fuera y jugosas por dentro, chinchulines, tripa gorda, riñoncitos, chirizo, morcilla y sesos… ¡Qué rico! “Te acordás de los ravioles con seso que hacía la tía Edi?”. “Y los canelones…”. La memoria funciona también sacudiendo algunos piolines del alma cuando se trata de aromas, sabores y tremendo platos de comida.

Costillas varias, matambrito de cerdo, matambre de vaca, pollo, un corte de vacío y ensaladas mixta, de tomate y lechuga, de rúcula, papas fritas bastón y con una capa de huevos revueltos. No da para más, pero el postre puede ser una copa helada o flan casero.

Las mesas del salón son de lo más diversas. Sus asistentes. Familias completas, viajeros, el grupo de amigos, decenas en tres o cuatro largas mesas de afectos, una pareja de enamorados que a la hora de los postres se pide atrevido potrillo de fernet con coca.

La nueva era de Ribero Parrilla es más amplia. Se puede ver al pasar por la Ruta Nacional 158, en Dalmacio Vélez, que llegan autos y camionetas de distintas localidades de la región. Casi de no creer. Y exagerando, mucho mucho, los misteriosos inspectores de Michelín podrían parar y probar, hasta catalogar en su métrica que se trata de un tres estrellas, porque los vecinos y vecinas de la zona, cuando se quieren comer una buena parrillada, se trasladan exclusivamente hasta este pueblo, ubicado a 40 kilómetros de Villa maría, para disfrutar y saciar ese deseo, lo que hace al desgaste de neumáticos y encuadra perfectamente en la categoría. Una estrella si vale la pena parar, dos estrellas si vale desviarse un poco del camino y tres cuando se viaja hasta el restaurante para comer. Claro que es una desquiciada exageración, porque aplican en otras escalas internacionales, pero

Volviendo a la mesa, vale decir que el precio es acorde y muy por debajo de la cantidad de comida que se ofrece y cubre un nicho que en kilómetros cuesta encontrar. Hay otros, sí, pero Ribero ha sabido sobrevivir en los años y aggiornarse, desde ese comedor de camionero, parrilla-bodegón de paredes rosas y decoración de los 80, a un ambiente cálido, de colores pasteles y chocolate, iluminación con estilo, con la atención familiar y tipo familiar, porque Nico y equipo no descuidan la mesa en ningún momento, para que no falte nada, para que ese viaje que decidieron hacer para darse una panzada de achuras a la parrilla, resulte de satisfacción plena, completa.

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