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Temporada al aire libre

Comenzó la temporada del comer afuera. Las veredas, los patios y terrazas ganan el duelo a la hora de elegir. Las opciones comienzan a debatirse en un abanico que además incorpora el calendario de eventos gastronómicos y de todo tipo, que ponen a la gastronomía en un lugar privilegiado. Comer afuera, además, nos libera de todo ambiente viciado y el cuerpo se relaja, se predispone a disfrutar de otra manera.

Para esa elección, hay lugares y localidades que definieron extender las veredas. Que la urbanización no sólo siga pensando en los autos y los seres recuperen espacios, sobre todo para la recreación.

En ese cuadro, comer afuera aparece como una invitación más y los restoranteros trabajan en enriquecer la oferta.
La comida también es cultura. Y en esa línea, adquiere un valor cultural la gastronomía dirigida a “comer afuera”. Se admite, además, que en Argentina esto abarca bastante más.

Hace un tiempo, leí la palabra de expertos, entre ellos el reconocido crítico gastronómico Pietro Sorba, sobre cómo en Argentina, y en Buenos Aires en particular, el hábito de frecuentar restaurantes y casas de comidas es fuerte y extendido. Con alto peregrinar internacional, Sorba afirma que el modo en que, en épocas de economía buena e incluso en las apenas aceptables, el modo en que se llenan los lugares para comer de estos lares tiene pocos equivalentes en otras partes del mundo. La realidad de Villa María y algunos puntos de la región, reflejan y no escapan a ese cuadro. Una de las razones que marca es la cantidad, variedad y calidad de la gastronomía argentina. 

La visión no actualiza a la situación socioeconómica que vive nuestra sociedad en estos días, y su repercusión sobre la gastronomía, que intentan día a día eludir colgar el cartel de “cerrado por reformas” ante los efectos de todas las crisis.

Vale mencionar que es casi un lugar común la afirmación, certera, de que en circunstancias económicas desfavorables para la mayoría de la población, los primeros “recortes” se efectúan en los gastos que no son de primera prioridad. Entre ellos, sin duda se cuentan las “comidas fuera del hogar”, como denomina el INDEC a ese rubro.

En condiciones como las actuales, que vienen desde hace mucho más de un año y ajusta a los sobrevivientes de la pandemia, el sector gastronómico siente el golpe como pocas zonas del consumo.

Y sin embargo, la apuesta se hace obligada: la buena mesa en espacios atractivos, relajados, que en unos brinden intimidad y en otros un mayor compartir, sociabilizar, para atraer a los clientes, amigos, viajeros y más.

Comer al aire libre es la combinación que el cuerpo espera como experiencia, se podría decir. Jerarquiza la misma comida, se vuelve más gratificante para la salud, sostienen los especialistas.

El aire fresco, en primer lugar, a diferencia de un aire interior viciado y reciclado, predispone mejor al organismo. Esto cobra mayor relevancia de acuerdo a la actividad del individuo, si por caso trabaja en un lugar cerrado, vale marcar.

Un entorno de plantas, un acuario, una fuente, pueden aportar a la calma física y psicológica, en tanto mejorarían la presión arterial y el ritmo cardíaco. Si un momento en la naturaleza puede ser beneficioso, es cuestión de calcular cuánto lo es comer en un entorno de esas características. Esto también aportaría a disminuir las hormonas del estrés y aliviar la tensión muscular.

Además, la mayoría de los restaurantes buscan ofrecer buena vista, asientos distintos que hacen a otra comodidad, más relajado. Le dan otro estilo a su exterior. Pueden hacerte sentir que todo funciona mejor y la digestión de la comida elegida puede hasta ser mejor. Y un dato más: estar al aire libre aumenta el nivel de vitamina D en el cuerpo (si estás al tanto de todo lo relacionado con la salud, tal vez sepas que la vitamina D es muy importante para absorber el calcio y que tu cuerpo pueda construir y mantener los huesos fuertes, y a mantener controlado el nivel de adrenalina, serotonina y dopamina, lo que te ayuda a evitar la depresión).

Cuando comes al aire libre, puedes ser mucho más sociable. Estar en un entorno social y simplemente ver unas cuantas caras desconocidas puede ser una visión acogedora cuando estás atrapado en el interior durante tanto tiempo.

Cenar al aire libre, abonan los especialistas, puede ayudar a mejorar la calidad de sueño posterior. El aire fresco que te rodea mientras comes y el enfoque relajado de tu cena pueden ayudar a que la mente y el cuerpo se sientan rejuvenecidos. Además, en muchos casos, se pasa tiempo con los amigos o la familia. Y esto también puede ser muy útil para todos.

Comer al aire libre, en conclusión, tiene varios beneficios, tanto para tu salud como para el estilo de vida. Por lo tanto, si no son de los que comen al aire libre, deberían pensar en hacer este cambio en la rutina. Muchos restaurantes disponemos de espacios acondicionados para disfrutar del aire libre en la ciudad, que cuenta con amplias veredas en diversos sectores, patios, dársenas y más.

Comer es siempre una buena excusa para pasarla bien y sobrellevar u olvidarse de todo lo demás por un rato. Eso es bien saludable.


Por si en casa

En medio de nuestras apretadas agendas, rara vez encontramos tiempo para mantener nuestro estilo de vida activo y saludable. Pero comer al aire libre puede ayudarte a hacerlo. Cocinando y comiendo en el patio de tu casa, puedes mantener tu estilo de vida un poco más activo.

Mientras cocinas o comes al aire libre, tus hijos pueden estar jugando en el patio y verlos, compartir o disfrutar de eso también. 
Además, si cocinas tú mismo, estar al aire libre significa que tienes una cosa menos de la que preocuparte. No hace falta ser un experto en cocina. Incluso una receta sencilla como las que te enseñaremos en Restaurante Internacional puede tener un sabor increíble cuando se come al aire libre. Todas estas cosas te ayudan a dormir mucho mejor.

Franco Gazzoli

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