Ni el litio ni Vaca Muerta: lo que te “salva” es la educación

Un nuevo informe del Instituto para el Desarrollo Social Argentino (Idesa) señala que la evidencia internacional es clara: el capital humano es el principal motor del desarrollo. Representa cerca de dos tercios de la riqueza global. “Es decir, la educación y la acumulación de competencias son los factores más directamente asociados con la productividad y el crecimiento sostenido”, afirma el documento remitido a Claves.
En este marco, subraya que la educación no es solo un derecho: es el factor más potente para mejorar ingresos, productividad y movilidad social. En promedio, en los países de la OCDE, un trabajador con educación terciaria gana un 54% más que uno que solo terminó la secundaria. En Argentina, esa brecha alcanza el 63%.
“Estudios del Banco Mundial y otras instituciones han analizado los retornos de invertir en educación. Un aumento de un año en el promedio de educación superior en la población puede elevar la tasa de crecimiento del PBI per cápita en 0,24 puntos porcentuales. Además, no solo importan los años de educación sino sobre todo la calidad educativa (por ejemplo, los resultados en pruebas). Algunas investigaciones muestran, por ejemplo, que un aumento del 1% en la calidad del aprendizaje puede traducirse en hasta un 2,8% más de crecimiento anual”, explica.
Para Idesa, a pesar de esta evidencia, el debate público y la agenda política en Argentina “siguen ignorando al verdadero elefante en la sala”.
El deterioro de la educación en Argentina
La educación en Argentina está en decadencia hace años -dice la consultora-. Aunque la cobertura es alta, muchos indicadores, sobre todo de calidad educativa, exponen deficiencias profundas en cada etapa del recorrido educativo:
Educación inicial. La participación de niños de 3 a 5 años en educación temprana subió de 73% a 77% en la última década, pero sigue por debajo del promedio de la OCDE (85%). Esto implica una desventaja desde el arranque, ya que la educación inicial es la etapa más determinante para el desarrollo de capacidades cognitivas, emocionales y sociales.
Educación primaria. Si bien la matrícula es alta, los aprendizajes son malos. Según las pruebas regionales ERCE de 2023, el 83% de los alumnos de 6º grado no alcanza el nivel mínimo de aprendizaje en Matemática, y el 65,5% no lo logra en Lengua. Estas cifras reflejan otro rezago temprano que compromete los aprendizajes futuros.
Educación secundaria. El abandono escolar sigue siendo alto: el 26% de los jóvenes de 25 a 34 años no completó la secundaria, el doble que en los países de la OCDE (13%). Además, el rezago acumulado en primaria se consolida. En las pruebas internacionales PISA de 2022, 7 de cada 10 adolescentes quedaron por debajo del nivel básico en Matemática, y más de la mitad en Lectura y Ciencias.
Educación terciaria. Mientras el 48% de los jóvenes de 25 a 34 años en la OCDE tiene estudios terciarios o universitarios, en Argentina solo lo alcanza el 19%. A esto se suma una asignación ineficiente del gasto: en nuestro país se invierte más en primaria y secundaria que en educación superior, al revés que en la mayoría de los países desarrollados, donde al estudiante terciario se le destinan más recursos. A ello se suma un desajuste en los perfiles de egresados: solo el 16% de los graduados proviene de carreras STEM (ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas), frente al 25% en la OCDE, lo que limita la oferta de capital humano técnico y científico, crucial para el crecimiento.
“En conjunto, estas falencias configuran una brecha educativa que luego se traduce en una brecha de empleabilidad. El costo es altísimo, tanto a nivel individual como para el país. Y ayuda a explicar, por ejemplo, por qué la productividad laboral en Argentina permanece estancada en niveles similares a los de mediados de los años noventa”, remarca el informe.
Qué debe hacer Argentina
“El litio, Vaca Muerta o el agro pueden ser motores de crecimiento, pero por sí solos no alcanzan. Sus beneficios tampoco garantizan una distribución justa. Para que esas riquezas se traduzcan en desarrollo real y compartido, el país necesita una fuerza laboral preparada”, afirma Idesa. Eso implica una estrategia concreta para fortalecer el capital humano, centrada en:
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Reforzar la educación inicial y básica, garantizando cobertura universal desde los primeros años y asegurando aprendizajes efectivos en alfabetización y matemáticas. Sin una base sólida, todo lo demás se tambalea.
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Reducir el abandono escolar y mejorar la calidad de la secundaria, fortaleciendo el vínculo entre la escuela y el mundo del trabajo, y enfocando los aprendizajes en las áreas con mayores debilidades, según los resultados de las evaluaciones. Para eso, es clave aprovechar mejor los datos disponibles y orientar la enseñanza en función de la evidencia.
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Expandir y diversificar la educación terciaria, con foco en carreras STEM y en una mayor articulación con los sectores productivos. Al igual que en la secundaria, es fundamental alinear lo que se estudia con lo que el mercado necesita. También se debe promover la formación continua, indispensable en un contexto de cambio tecnológico acelerado.