Por María Fernanda Gili

¿Por dónde andamos, creando la Cultura del Miedo o la Confianza?

Esta pregunta me la he hecho muchas veces, convencida que era una mujer poderosa porque crié prácticamente sola a mis hijas. Estoy divorciada desde los 33 años, con tres hijas muy pequeñas a cargo. A los 44 me convertí en viuda, de ese mismo hombre, papá de mis hijas, fallece de un cáncer de pulmón y allí firmé un contrato conmigo de fortaleza y coraje, fundado en el terror que me daba enfrentar la vida. Error.

Hoy a mis 55 y tras vivir un profundo entrenamiento de transformación personal he realizado un nuevo contrato que es vivir la vida desde la confianza. Ahora sí, conexión.

Sé que puedo sonar a autoayuda o cosa similar, lejos de allí, solo pretendo, a partir de esta historia que me pertenece, desafiarlos a pensarnos en colectivo y por eso abro esta parte de mi intimidad que se ha transformado en una usina de dignidad y confianza en mí, en mi familia y para la comunidad.

¿Cómo creé la cultura del miedo?
Cediendo el poder. Si, el poder personal de pedir ayuda cuando la necesité, el poder de cuidarme para estar al 100 en los momentos cruciales y para darme cuenta de que lo eran, ceder el poder de conectarme con la vida y entregarme a TENER que ser responsable por todo, de todo y con todos, excepto de mí. Ceder el poder de generar relaciones poderosas y conformarme con “lo que hay”. Aceptar que la vida había perdido sus colores y que debía bajar la cabeza y ponerme a hacer las tareas que fueran en pos de los sueños y batallas de otros, entonces aparecieron como compañeros de viaje, el cansancio extremo, el no tener tiempo para mis amigos, el estar siempre trabajando, porque es lo que debía hacer, y también aparecieron las enfermedades autoinmunes y claro está el desequilibrio metabólico, todo muy propio de un alma que se encarceló en las exigencias, el miedo y el olvido de sí, dar al extremo, sintiendo que nunca es suficiente.

¿Cómo vamos hasta acá? ¿Algo de esto les resulta conocido? Bueno entonces, mi estimado lector, está en usted decidir cuál es su piso vital, es decir, cuanto más hay que hundirse antes de pedir ayuda, porque sabe qué… de esta no se sale solo. Somos seres relacionales y desde que nacemos, necesitamos de un otro para vivir y para vivir la vida que merecemos, construyendo redes de calidad y excelencia.

Entonces... ¿de qué se trata la confianza?

Es fianza con... es decir, Fe en uno y Con los otros. Es levantarme cada día y dar gracias, es ser muy seria con mis Si, con mis NO, mis No Sé, mis Perdón, mis Te AMO y fundamentalmente con mis GRACIAS.

Es soltar el control y entregarme al vértigo de la vida, de la vida desde mí y en continuas relaciones de posibilidades con otros.

Me pregunto, a cuánta gente tendré que pedirles perdón por que no los miré, a cuánta no les dije gracias cuando me asistieron, a cuántos no les dije No a tiempo y a cuántos les dije que sí sin sentirlo, como sea, todos son parte de la historia que me trajo hasta acá.

Ha llegado el tiempo de volver a casa, de volver al poder como capacidad de acción, de volver al Amor, y me conmueve porque es transformador para mi vida y la vida de los otros, porque hoy tengo el valor de descubrir mi alma delante de ustedes y sé que llegará al corazón de quienes los necesiten.

Tengo dos preguntas para cerrar esta nota:
¿Cuál es tu sueño?
¿Qué necesitas para que se realice?

Estas a solo una conversación para que sea posible, solo es cuestión de estar atentos para darte cuenta a quién le cedes el poder y la autoridad para que te acompañe en el camino hacia tus logros.

María Fernanda Gili
Coach ontocorporal