El poder de las creencias

El poder de las creencias

¿Cuántas veces tenés la sensación que las cosas te pasan siempre a vos? Que la historia se repite inexorablemente. Que por más que hagas y hagas, siempre pasa lo mismo. Me permito tomar esta conocida frase de Einstein para que analicemos juntos: “Si buscas resultados distintos, no hagas siempre lo mismo”. Pareciera que con el solo hecho de cambiar acciones ya modificamos los resultados y efectivamente puede suceder. Ahora, ¿los podemos sostener en el tiempo? ¿son los resultados que deseamos?

El maestro del coaching, Rafael Echeverría propone mirarnos con osadía, con coraje abriendo un espacio de aprendizaje profundo que nos lleve a una transformación de vida, de manera tal que lo que era ya no sea de la misma forma sino adecuada a una nueva realidad, acorde a lo que elijamos.

Mirar los resultados nos lleva a generar un juicio de valor sobre los mismos. Podemos estar de acuerdo o no con ellos; nos relacionamos con lo producido a través de estados emocionales y conversaciones privadas o públicas que generan una identidad desde la cual nos posicionamos en el mundo.

Por ejemplo, tu peso saludable es 65 kg y la balanza indica 75 kg, esa diferencia de 10 kg es un resultado en sí mismo. El cómo te vincules con el resultado producirá un primer nivel de observación, de consciencia, de aprendizaje, según dice Echeverría. Podés no hacer nada porque “las dietas nunca te dan resultado”, podés declararte “una causa perdida” o movilizarte y comenzar a introducir cambios como: comer menos y saludable e incorporar actividad física. Es decir, comenzar a tener acciones diferentes, que a corto plazo pondrán en evidencia resultados diferentes.

Ahora bien, te invito a dar una vuelta de rosca sobre este resultado y llevemos la atención hacia un segundo aspecto, más profundo, más sutil. Miremos que pasa en el nivel de las creencias, en el nivel de las conversaciones profundas, esas que hacen que veamos al mundo de tal o cual manera. Las creencias profundas son las que le dieron forma a nuestra existencia, las que adquirimos de nuestros padres, en la escuela, en los núcleos sociales en los que crecimos, donde incorporamos esos mandatos incuestionables y que tienen la fuerza de operar cuasi ley en nuestras vidas con tal vitalidad que estamos convencidos de que: “somos así”, o que: “es lo que hay”, como si toda otra posibilidad estuviera vedada.

Llevado esto a nuestro ejemplo del exceso de peso, opera de la siguiente manera: tenés 10 kg de más, vas al nutricionista, te propone cambio de alimentación y actividad física, lo comenzás a hacer y al cabo de una semana soltás porque hubieron eventos sociales y cediste a la tentación. Te decís: “esto no es para mí”, “nací gordo y voy a morir gordo”. Esa es la creencia desde la cual operás, por eso el resultado de la dieta no es el deseado, porque si bien hubo un intento de cambiar las acciones, lo que verdaderamente opera y direcciona el hacer no es la voluntad sino el cuento que nos contamos, sobre el hacer.

Las creencias profundas determinan la manera de mirar la vida y de vivirla, todos accionamos y generamos resultados desde nuestras convicciones más profundas más allá de las circunstancias en la que nos desenvolvamos.

Echeverría sostiene que la verdadera transformación se da cuando el cambio se produce en las creencias, cuando nos animamos a cuestionarnos acerca de lo que pensamos a través de una pregunta poderosa: ¿Para qué? ¿Para qué hago lo que hago? ¿Para qué me cuento lo que me cuento? ¿Para qué opino lo que opino? ¿A dónde me conducen mis acciones?

Ese cuento que nos contamos nos lleva a ocupar en la vida un rol protagónico, desde donde nos hacemos cargo de la vida que elegimos vivir. O también podemos asumir un papel de reparto y dejar que otros resuelven por nosotros.

Retomando la frase de Einstein digo: si quieres resultados diferentes atrévete a intervenir sobre tus creencias más profundas, seguramente allí encontrarás los hilos maestros que te lleven a los resultados que deseas para tu vida en todos los aspectos.

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