Pocos meses de gobierno no son suficientes para juzgar el desempeño del nuevo presidente y su equipo, pero sí para reflexionar sobre algunas cuestiones que sucedieron en este tiempo.
Está claro que la ciudadanía votó por un menor peso del Estado en la economía y en especial por una asignación del gasto público más eficiente, más transparente. Es que, además de gastar en exceso en muchas oportunidades, los fondos públicos son una gran caja negra para el ciudadano común ya que es muy difícil conocer en qué y cómo se gasta, en especial si es a nivel provincial o nacional.
Estos primeros días de gobierno sirvieron para conocer algunos aspectos de lo demandado por la gente. Organismos con un enorme esquema de empleados, fondos fiduciarios que no sabíamos que existían y sin ningún tipo de control, nombramientos políticos de último momento por el gobierno que se iba, enormes cifras ligadas a artistas de renombre por los gobernantes, comisiones por seguros innecesarias, entre otras cosas. Exponer esa información en consideración de la opinión publica puede ser una estrategia del nuevo gobierno para avanzar sobre el gasto público, pero a los ciudadanos nos sirve para conocer con más claridad qué se hace con los recursos que nosotros mismos financiamos.
Para que eso sea realmente positivo es necesario que esta información se consolide y se tomen medidas concretas para recomponer esta situación. Pero, además, hace falta otro paso para avanzar sobre la transparencia de los recursos: la estabilidad económica. Una elevada y constante inflación ha servido también para distorsionar cifras y ocultar malas administraciones. La inestabilidad de los números y su falta de comparabilidad en el tiempo no ayudan a una mejor información. Un millón de hoy no es lo mismo que el de hace dos, tres o cinco años. Esa imposibilidad de comparación veraz favorece a la corrupción y el mal manejo de los fondos. También fue una excusa para reconducir presupuestos con fondos que luego se manejaban discrecionalmente.
Y esto no trata de demonizar a Juan o a Pedro, se trata de conocer y discutir sobre el uso de recursos escasos en una sociedad que esta afligida por la pobreza y la indigencia. Que debe establecer prioridades en función de su coyuntura social y económica, además de publicitarlos para que la sociedad los conozca.
Es que el contrato social que se establece entre gobernantes y gobernados debe consolidarse a partir de una mayor transparencia y veracidad en la administración de la cosa pública. No es viable seguir en las condiciones que estábamos. La desconfianza y descreimiento sobre nuestros gobernantes hacen inviable nuestro país. Solo con mayor información y en un contexto estable es posible recomponer la confianza y la credibilidad en nuestra sociedad. Base ineludible para el desarrollo de una nación.
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