El mayor riesgo de gestión en las pymes: cuando el crecimiento desordena
Uno de los desafíos más frecuentes (y menos reconocidos) que enfrentan las pymes hoy no es la falta de ideas ni de esfuerzo, sino el desorden que aparece cuando la empresa crece. Al aumentar el volumen de trabajo y sumar personas, muchas veces se mantiene la misma lógica de gestión que en los primeros años: todo se resuelve “a ojo”, las decisiones pasan por una o dos personas, y los problemas se atacan cuando ya explotaron.
Todo eso genera un desgaste innecesario. Se pierde claridad sobre qué está funcionando y qué no. Si bien los números existen, no se aprovechan. Las áreas no tienen objetivos claros ni herramientas para medir su desempeño. Y aunque el equipo crece, la dirección sigue sobrecargada con temas operativos que el impiden pensar en la estrategia.
¿Por qué ocurre esto? Porque en las pymes es común que el crecimiento por su actividad comercial no venga acompañado de un orden interno. Se delegan tareas, pero no hay un sistema que permita hacer seguimiento, evaluar resultados o anticiparse a los desvíos. Sin esa estructura, la gestión se vuelve reactiva y cada día trae urgencias nuevas.
La buena noticia es que esto tiene solución, y no requiere grandes inversiones. Un proceso de acompañamiento en control de gestión permite ordenar lo que ya está en marcha, con herramientas simples: identificar los procesos clave, definir indicadores por área, generar reportes periódicos y establecer espacios regulares de revisión.
Con esta base, el dueño o gerente general gana visibilidad y puede empezar a tomar decisiones con más fundamento, no solo con intuición. El equipo también se beneficia: entiende mejor sus responsabilidades, puede medir su trabajo y trabajar con más foco.
En mi experiencia acompañando pymes en distintas industrias, la diferencia entre una empresa que sobrevive y una que crece de forma saludable está en esto: tener un sistema de gestión que permita mirar los datos correctos, a tiempo, y actuar en consecuencia.
No se trata de agregar complejidad innecesaria. Se trata de que la pyme pueda sostener su crecimiento con más control, más autonomía interna y menos dependencia de los dueños para todo. Ese es el verdadero salto de calidad que muchas empresas hoy están necesitando.
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