Háganse cargo

Háganse cargo

El país cerró el 2021 con una inflación muy elevada (50,9%). Es el segundo registro anual más alto de los últimos 30 años, solo superado en 2019 con un 53,8% de inflación anual.

Habría que remontarse a los años de la híper de los ex Presidentes Alfonsín o Menem (pre convertibilidad) para encontrar registros más altos. Treinta años que parece que en la Argentina pasaron en vano. A nivel global somos la tercera economía más inflacionaria del mundo, luego de Venezuela y Sudán, seguidos de cerca por otros países como Surinam, Yemen y Zimbawe. Un cuadro que debería hacernos reflexionar.

El presidente Alberto Fernández expresó recientemente que este es un flagelo que debe terminar (vaya descubrimiento). En un contexto de baja credibilidad del mensaje presidencial, hoy solo parece ser una aspiración de deseos.

La pregunta es ¿Si en la mayoría de los países del mundo este tema ya está superado, porqué en el nuestro no podemos solucionarlo? Está claro que es un fenómeno multicausal y largamente estudiado por las ciencias económicas. Sus consecuencias son devastadoras ya que modifica el reparto de riqueza en una sociedad y lo hace de manera injusta. Los ganadores son aquellos que tienen más poder político y/o económico. Y en este contexto se anotan en primer lugar los formadores de precios y el gobierno, los mismos que periódicamente se reúnen para concertar los llamados precios cuidados, o algo por el estilo.

Después que metieron aumentos escandalosos es fácil acordar congelamientos y eso, el gobierno como cualquiera de nosotros, lo sabe. Esta acción de control no soluciona el problema, solo lo morigera un poco. Es una medida “para la tribuna” como vulgarmente se dice.

La inflación en Argentina quizá podría solucionarse si a estos dos sectores no les fuera tan conveniente su existencia. Uno obtiene ganancias desmesuradas, mientras el otro licua gastos y cobra el llamado impuesto inflacionario. A los empresarios monopólicos poco podemos pedirles como ciudadanos, ellos aprovechan una circunstancia del mercado que se justifica en magnificar sus ganancias o en la imposibilidad de fijar sus costos de reposición. Pero los gobernantes no tienen justificación a su inacción, son los principales responsables de que esto suceda y que no podamos ser un país un poco más normal y estable.

La fórmula es simple: ser más eficiente en la administración de los recursos públicos y no esconder la basura debajo de la alfombra. Crear las condiciones para que una economía funcione. Esto que parece tan simple, no sucede. Si a esto no lo cambia quien detenta el poder ¿Quién lo hará? Es una gran deuda de la democracia que la política no ha saldado. Háganse cargo, es su responsabilidad, para eso son nuestros representantes.

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