Los une el puente, los divide la política

Los une el puente, los divide la política

 La escena era previsible. Un acto de carácter institucional, con algunos ribetes políticos, que no traería demasiado ruido a la “rosca” en función de la cordialidad de los actores. Fraternidad, podría resumirse, en una palabra. El gobernador Juan Schiaretti llegó a la ciudad (o a las ciudades) para inaugurar el puente Brigadier Bustos apenas cinco días después del cierre de listas para las elecciones legislativas 2021, donde el peronismo provincial se fragmentó en dos espacios: Hacemos por Córdoba y Frente de Todos.

 En este marco, Villa María y Villa Nueva cobraron una especial relevancia en el contexto provincial por las candidaturas de los dos principales referentes del justicialismo villamariense, Eduardo Accastello y Martín Gill, que competirán en diferentes listas; y por la presencia del intendente villanovense Natalio Graglia, que firmó en quinto lugar de la nómina del kirchnerismo. 

 Accastello ocupará el segundo lugar en la lista de Senadores en Hacemos por Córdoba; Gill encabezará la boleta de Diputados en el Frente de Todos. Por este condimento especial, todas las miradas de la provincia apuntaron hacia el acto del jueves por la tarde. Los principales medios capitalinos hablaron sobre lo sucedido en ese sector de la costanera (barrios Santa Ana y Golf). Sin embargo, y por el cariz institucional de la convocatoria, primó la cordura entre los dirigentes y hasta hubo más gestos de simpatía que exhibición de diferencias o indiferencias. Todo pareció muy normal, a pesar del escenario coyuntural de divisiones.

 Como en cualquier acto político, hay dos manifestaciones para analizar. Aquellas que se dicen, las palabras vertidas por los actores; y otras que se leen en el discurso no verbal, propias del ordenamiento que prioriza determinados dirigentes por sobre otros en las palabras y en la ubicación. Y Schiaretti eligió la centralidad del acto junto a su esposa, la diputada Alejandra Vigo, que además encabeza la boleta de Senadores para las legislativas. Fue un acto protocolar, breve, pero con evidentes gestos de campaña. En el escenario ubicó además a Eduardo Accastello y Natalia De la Sota, candidata a primera diputada nacional. Y por segunda vez consecutiva, también subió al estrado el secretario de Comunicaciones de la Provincia, Marcos Bovo, quien busca ocupar un rol central en la discusión por la sucesión municipal. El gobernador lo muestra como una nueva figura del peronismo local de cara al futuro inmediato. 

 En ese mismo escenario, pero a la izquierda del mandatario, estuvieron sentados los referentes locales del kirchnerismo y Nora Bedano, que es funcionaria de Schiaretti y presidenta del PJ villamariense. Los intendentes Pablo Rosso (interino) y Natalio Graglia se sentaron más cerca del gobernador, y el secretario de Obras Públicas de la Nación, Martín Gill, al lado de ellos. En la apertura del discurso el jefe provincial nombró a cada uno, sin distinciones.

 Más allá del corte de cintas, los elogios y la camaradería, el departamento San Martín en general y Villa María en particular tendrán una especial atención tanto en las Paso de septiembre como en las generales de octubre. Quien gane la disputa interna de los dos peronismos se atribuirá la conducción del PJ y querrá imponer la candidatura a intendente para el siguiente turno. Para el accastellismo es la oportunidad de recuperar la centralidad hacia el interior del peronismo; para el gillismo la posibilidad de derrotar de manera directa a su rival más duro en el campo de la política. Y son los dos referentes de cada espacio quienes se exponen a la victoria o a la derrota. En Villa María importará poco el resultado provincial, el foco estará puesto en la disputa interna llevada a las urnas.

Gill, cerca de volver a la intendencia hasta diciembre

 Además de la inauguración del puente Brigadier Bustos y la escena política propia de los tiempos electorales, el acto permitió también consultar al secretario de Obras Públicas de la Nación, Martín Gill, cuál sería su futuro en el corto plazo. Ya se conocía que había presentado la renuncia ante el Presidente Alberto Fernández por las definiciones del propio mandatario nacional de no contar con funcionarios-candidatos en su equipo de gobierno.

 Gill confirmó que esperaba la aceptación de la renuncia del Presidente para regresar a la intendencia local, que lo tiene licenciado desde diciembre de 2019. Ya había presentado un día antes, en el propio Ministerio de Obras Públicas, una “delegación de firmas” (traducción: otra licencia) mientras se desarrollara la campaña electoral. 

  Sin embargo, Fernández cambió de estrategia y por “regla ética” indicó que no permanecería ningún funcionario en el gabinete en su rol paralelo de candidato. Ahora, si acepta solo la “delegación de firmas”, Gill seguirá de licencia en la ciudad y sumará la del Ministerio de Obras Públicas. O sea, dos licencias, un récord absoluto en política. Y si el Presidente acepta la renuncia, regresa al Sillón de Viñas hasta el 10 de diciembre, momento que podría asumir como diputado. Ya adelantó en rueda de prensa que en ese momento también podría pedir otra licencia ante el Concejo Deliberante para asumir como legislador nacional, en caso de acceder a la banca, situación expresamente prohibida por la Carta Orgánica Municipal en los artículos 91 y 125. 

  Sin embargo, y por el descalabro institucional que vive la ciudad desde diciembre de 2019, nada podría sorprender. A Gill no le interesa ser intendente y lo deja demostrado en cada acción y expresión. Cualquier argumento será válido con el fin de esquivar el mandato popular. Si renuncia deberá convocar a elecciones municipales y delegar el poder en otros actores de la política local, y por ende perder el territorio. 

 Pero esta definición, de continuar licenciado más allá del 10 de diciembre, ya no dependerá exclusivamente de su intención. El oficialismo provincial ya ha dejado trascender que no le renovará la licencia. Ahora no solo cuenta los votos de los ediles Juan Carlos Cladera y Daniel López, sino también los de Carlos De Falco y Julio Oyola, que de manera sorpresiva decidieron esta semana apoyar las listas de Hacemos por Córdoba. 

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