Estamos en una época del año en dónde la palabra “paritarias” forma parte de nuestra vida diaria. Todos al pendiente del aumento para creer que con eso se mejorará la calidad de vida. Ahora la danza de los diferentes índices comienza a ser la protagonista de la escena.
La mayoría de los empresarios se prepara para negociar de una manera impulsiva queriendo imponer sólo su punto de vista y su realidad. Por su parte, los trabajadores están limitados por esto y la mayoría de las veces suelen acatar sin con resistencia previa.
Al momento de negociar cada una de las partes construye un discurso basado en la lógica empresarial en dónde el objetivo es persuadir a la otra parte que lo que ésta presenta es la mejor opción existente. El uso de determinadas palabras es clave a la hora de la paritaria, no pueden faltar ciertos conceptos si lo que se busca es conseguir el fin deseado.
En la negociación quién está mejor capacitado, gana.
Todo discurso consta de tres partes fundamentales, las cuales si carecen de coherencia el discurso tiende a “caerse” y perder convicción. Esto lo saben muy bien los empresarios, cuestión que los lleva a capacitarse y querer marcar la diferente deseada. Y aquí cabe la pregunta ¿Cuáles son los empresarios que llegan más lejos? ¿Aquellos que explotan a sus empleados o aquellos que se convierten en líderes?
La diferencia es notoria, un líder habla de “nosotros”, en cambio el jefe habla siempre en primera persona, además el líder sabe que si crece él deberán crecer sus empleados porque al fin y al cabo una gran parte de su éxito se debe a ellos. Cuando esto no sucede y el crecimiento es desigual, evidentemente desigual y se plasma en un falso discurso, los empleados no se sienten identificados con la empresa y ya nada es igual.
Un líder capacitado puede darse cuenta de que el miedo no es el medio para llegar a su fin, sino la buena voluntad por parte de sus empleados y esto sólo se logra si hay una identificación.
Como sucede muchas veces, el empresario habla de su trabajo de manera tal que parece ser el mejor y cuando uno analiza las actitudes de sus empleados, se da cuenta de su discurso es falso. Entonces, ¿Un empresario para convertirse en líder debe aprender a negociar desde su discurso hablado y su lenguaje corporal? Sin dudas que sí.
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