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El resultado impensado sucedió en las elecciones generales de octubre. Sergio Massa ganó por 7 puntos y quedó a tiro de la presidencia de la Nación. Revirtió un resultado adverso en las Paso y ahora la pregunta se invirtió totalmente: ¿puede Javier Milei dar vuelta el comicio nacional en balotaje?
Esa inquietud antes del pasado 22 de octubre lo tenía a Massa como protagonista en función del tercer lugar obtenido en las primarias. Nadie esperaba una recuperación tan vertiginosa del tigrense, con 10 puntos porcentuales más en apenas 2 meses, devaluación e inflación incluida. Massa es el ministro candidato de un gobierno que duplicó la inflación en apenas dos meses y la llevó a dos dígitos. Sin embargo, se muestra competitivo y favorito para la segunda vuelta.
Milei ganó la primaria pero la campaña se le derrumbó. Cada vez que habló perdió un voto. Dijo cosas terribles y la sociedad le marcó un límite. Nada de extremismos. La economía es importante, pero no lo es todo. No se pueden romper consensos básicos fundamentales como el respeto a los derechos humanos, salud y educación pública, no a la venta de armas y órganos. Mucho menos que se pueda desconocer la paternidad. Y tampoco descalificar y atacar al oponente político en un sistema como el democrático, que contiene todas las expresiones.
Se equivocó y perdió. Pero el mismo sistema del cual reniega le da una nueva oportunidad. Porque el oficialismo no pudo ganar en primera vuelta y 7 puntos no son fáciles de descontar, pero tampoco imposible. No solo deberá repensar su estrategia de campaña, discursiva, de propuestas, sino también agarrar la calculadora y pensar de dónde puede obtener más votos para descontar y pasar a Massa en el balotaje.
Ahora es Mauricio Macri quien le dirige la campaña. Un Macri que prácticamente no hizo fuerza ni por Larreta ni por Bullrich y ahora se calza el traje de superhéroe y va en rescate del libertario. Y este es el primer espacio de Milei para sumar votos: los famosos “halcones” del Pro, bien alejados del centro político, en la derecha más dura del partido amarrillo. Macri le acercó dirigentes, le traerá fiscales y hasta posibles ministros como ya hemos leído o escuchado. Tal vez la campaña abandone el radicalismo político de Milei, pero tampoco le significará girar demasiado en lo discursivo si se queda parado allí.
El tema es saber si le alcanza con los votos de Macri y Bullrich. Porque más allá de esas fronteras ideológicas, hacia el centro todos huyeron: o con la prescindencia o con el apoyo a Massa. La Unión Cívica Radical (UCR) planteó orgánicamente la neutralidad, pero varios de sus dirigentes dijeron que votarán por el peronismo. Milei les dijo de todos a los radicales y difícilmente un pedido de disculpas “desenoje” a los boinas blancas. Es más, Milei solo destacó al sector de Alem y fustigó a Hipólito Yrigoyen y Raúl Alfonsín. Solo los más antiperonistas escogerán por esa opción, la mayoría elegirá entre votar en blanco, impugnar o incluso Massa.
Los socialistas de Santa Fe, aliados históricos de la UCR, llamaron a no votar por Milei y sí por Massa. El resto de la dirigencia nacional también acompañó esa moción. El mayor caudal de votos lo tienen en la vecina provincia, más allá de los límites provinciales casi no tienen representación. La izquierda también dejó libertad de acción a sus votantes, pero remarcó el no voto por el libertario. Y hasta un sector del Pro desconoce el acuerdo de Macri con Milei, con Horacio Rodríguez Larreta y María Eugenia Vidal a la cabeza.
Milei no tiene votos en el centro y menos en el progresismo o la izquierda. Solo el ala dura del Pro le asegura acompañamiento. Sin embargo, una cosa es la dirigencia y otra la ciudadanía en este tipo de casos. Muchos argentinos cansados de la mala situación económica votarán por Milei. Seguramente no quieren privatizar la educación pública y la salud, y menos vender órganos, niños o armas, pero sí quieren cambios en la economía diaria. Es legítimo el hartazgo de la población luego de una década de desastre económico, solo que la posible solución puede generar un peor remedio que la enfermedad misma.
Massa, por el contrario, deberá captar el voto de los electores opositores más ideologizados, espantados ante un posible gobierno de derecha- extrema derecha y también hablarles a los desencantados por el mal momento económico. Las primeras encuestas lo ubican entre 3 y 10 puntos arriba. Falta el debate del 12 de noviembre y luego el momento de las urnas. Escenario abierto. Nadie se puede relajar. Hay una tensa calma, que terminará cerca de la fecha del comicio. Tal vez sean los más importantes del Siglo XXI. Sin exagerar.
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