Villa María: todos quieren ser candidatos

Villa María: todos quieren ser candidatos

 Ante la falta de un liderazgo claro, evidente y aceptado por todos, tanto en el oficialismo como en la oposición, que les permite unificar respaldo detrás de una sola persona, los candidatos se multiplican en el inicio del año electoral, aun sin saber la fecha de las elecciones municipales.

 Este último dato es clave. Hoy se especula con finales de agosto o septiembre. Es decir, entre las Paso y las generales nacionales. La fecha provincial, que el gobernador Juan Schiaretti anunciaría en los próximos días, ordenaría luego el calendario local. Si se anuncia para finales de junio o principios de julio, con las vacaciones de invierno posteriores y la proximidad de las primarias (13 de agosto) la dirigencia política local especula con una elección en el medio de las nacionales. También podría ser antes, apenas saliendo de las vacaciones de invierno como ya ha sucedido, de modo de evitar el efecto arrastre que pueden generar las Paso. No se podría evitar lo mismo con respecto a las elecciones provinciales, que serían antes.

 Hecha esta salvedad, “la lista de buena fe” del peronismo (en todas sus vertientes), radicalismo-macrismo-juecismo (en todas sus vertientes) y partidos vecinales o minoritarios se amplía con el correr de las semanas. Todos quieren ser candidatos. Todos quieren ser intendente. Todos se anotan en la discusión. Para muchos, “es saludable” la intensión de pelear por el Sillón de Viñas. Para otros, “hay tantos que no hay ninguno”, resumen.

 Y tal vez hay medias verdades en las dos definiciones. La política es participación, compromiso, vocación, dedicación. Sin política, sin partidos, sin candidatos, no hay democracia. Bienvenida la participación en tiempos de descreimiento en la herramienta más transformadora que tiene el sistema democrático, que es la política. Pero también hay una falta evidente de liderazgos. No hay consenso oficialista ni opositor sobre “el nombre” del candidato “unificado” que permita aglutinar apoyos y evitar así la dispersión de ofertas. Sin líderes, todos sienten que pueden ocupar ese lugar en la inevitable renovación. Es legítimo, claro. Serán primero los dirigentes y luego los votantes quienes determinen el espacio de cada uno dentro de las coaliciones o partidos. El “dedo”, las encuestas y el voto son el ordenador de las intenciones individuales. 

 Ahora sí, repasemos los nombres que hasta el momento buscan llegar al Sillón de Viñas. Arranquemos por el oficialismo o peronismo, para ser más preciso, porque no todo el justicialismo local está en el gobierno municipal. Al Municipio lo conduce el gillismo y el resto mira de afuera, por ahora. 

 Por el espacio del intendente Martín Gill los candidatos son: Rafael Sachetto (secretario de Educación), que ya presentó su candidatura; Pablo Rosso (presidente del Concejo Deliberante), que lo ha dicho en reiteradas ocasiones; José Carignano (director ejecutivo del Enred), que reclama un revancha tras lo ocurrido en 2015; Carlos Pizzorno (presidente del Parque Industrial), que también lo ha manifestado en el último tiempo; Luis Negretti (rector de la UNVM), que prefiere seguir 4 años más en la casa de altos estudios pero nunca descarta la posibilidad de competir por el Municipio; y Celeste Curetti y Nora Bedano (secretaria de Inclusión y legisladora provincial, respectivamente), quienes nunca lo dicho públicamente, pero el propio Gill las mencionó el año pasado en una entrevista. 

 Por el accastellismo, aparecen en la lista el secretario de Comercio de Córdoba, Juan Pablo Inglese; y el mismísimo Eduardo Accastello, ministro de Industria de la Provincia, quien gozaría de una intención de voto mayor que el resto de los posibles candidatos peronistas, según los sondeos previos. Accastello también podría ser senador nacional en caso de que Alejandra Vigo acompañe en la fórmula de Hacemos por Córdoba a Martín Llaryora, y deje la banca en la Cámara Alta (siempre y cuando el oficialismo provincial gane las elecciones, sino todo seguiría igual).

 Y finalmente, en el schiarettismo se destaca el nombre de Marcos Bovo (secretario de Comunicaciones), que esta semana pegó sus primeros afiches en la vía pública -es la foto que se ve en este comentario-; y esta semana además se sumó el concejal Carlos De Falco, que se referencia en Hacemos por Córdoba, y que adelantó que se meterá en la discusión en caso de que Accastello desista de competir. 

 Es decir, en el peronismo son -por ahora- 11.
 Vamos a la oposición. En Juntos por el Cambio, que en la práctica no existe como tal en Villa María, más allá de que los partidos formen parte de la estructura nacional y provincial, los candidatos son 6: en el Frente Cívico, la exconcejal Gisele Machicado y el abogado Guillermo Lorenzatti. La primera lo dijo en los medios de comunicación; el segundo pegó cartelería pública y abrió un local partidario.

 En el radicalismo, por el momento, son 3: el exconcejal Gustavo Bustamente, que se muestra junto a Rodrigo De Loredo en carteles y recorridas; el escribano Felipe Botta, que también pegó carteles y se muestra activo en las redes; y se sumó sorpresivamente la exconcejal y exjueza de menores, Cecilia Fernández, quien en la actualidad ocupa la presidencia local de la UCR. 

 Finalmente, en el Pro hay un único candidato, que lleva meses con un fuerte proceso de instalación: el legislador Darío Capitani.
 Fuera de las grandes estructuras, hay otros precandidatos que se suman a la venidera contienda: el abogado Manuel Sosa (Uniendo Villa María), que se lanzó hace un año y también desarrolla un importante proceso de instalación; el comerciante y expresidente de la asociación de básquet local, Carlos Giliberti (Modecopa); el comerciante Alejandro López (Encuentro Vecinal Córdoba), que ya compitió en 2019; y el remisero Gustavo Soria, referente local del libertario Javier Milei. Las disculpas del caso si hay alguna omisión, pero son tantos que suele ser difícil recordarlos a todos.

 De ese total, seguramente llegarán 10 -aproximadamente- a la competencia decisiva. Más algún candidato de izquierda, que siempre forma parte de la elección. Faltan apenas cinco o seis meses para el comicio municipal, pero dos o tres para la convocatoria oficial; y luego el cierre de listas. Ya estamos en la recta final. A comprar pochoclos.

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