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Alberto, Cristina, Scioli y ¿la última chance?

  El Frente de Todos vive permanentemente de cimbronazos internos que mueven hasta el último cimiento de una frágil unidad política que amenaza con estallar en mil pedazos todo el tiempo. Por ahora, “se dobla pero no se rompe”, como reza el refrán y así lo reflejan los hechos. Y tal vez no se romperá nunca (al menos hasta pasado el 2023, momento de las elecciones nacionales para renovar presidente, vice y demás cargos electivos), pues sin unidad el peronismo no tendría ninguna posibilidad de reelegir en las urnas.

 La escandalosa salida del ministro de Producción, Matías Kulfas, sumó un elemento extra a las múltiples internas que atraviesa la coalición gobernante, sobre todo desde el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI) en adelante. Después de tres meses sin verse las caras, Alberto y Cristina, presidente y vice, se reencontraron en el acto por el aniversario 100 de YPF. Una crítica de la presidenta del Senado y socia mayoritaria de esta coalición derivó luego en un supuesto “off de record” atribuido a la cartera del ahora exministro, que finalmente motivó su salida del Gobierno. 

 Equivocado o no, Kulfas -o su área- “se regaló” como ofrenda de paz entre el Presidente y su vice.

 Alberto “entregó” a unos de sus alfiles, fundador del grupo Callao, para retomar el vínculo político con Cristina y recuperar la tranquilidad en los próximos días/meses. La movida seguramente salvará a Martín Guzmán, que continuará en la cartera de Economía y ahora sumará en la estructura política y económica al exgobernador de Buenos Aires y excandidato presidencial Daniel Scioli.

 Si bien Scioli históricamente habló de producción y trabajo, incluso fue su caballito de batalla en la histórica elección de 2015, que terminaría con la victoria de Mauricio Macri en el balotaje, el exmotonauta le ofrece volumen político a un gabinete obligado a recuperar iniciativa, credibilidad y confianza ante la población. Veremos si luego se traduce en resultados concretos, pero el cambio, más allá de lo traumático que significó la salida de Kulfas, porque expuso la interna reinante entre todos los sectores del oficialismo, puede significar una oportunidad para oxigenar y consolidar decisiones económicas que requieren de volumen político per se.

 Kulfas puede esgrimir pergaminos en materia económica, empero jamás peso político, clave en el último año y medio de gestión del gobierno. ¿Es la última chance para mejorar la imagen y recuperar competitividad para las elecciones del año próximo? Tal vez, es una mirada válida, aunque falta mucho y los cambios y movimientos suelen ser habituales en esta gestión. Solo que cada vez le queda menos tiempo para evidenciar resultados (por ejemplo, bajar la inflación y recuperar el poder adquisitivo) antes que el calendario electoral les pise los talones.

 Alberto, con sus decisiones, se convierte en un equilibrista de circo a cada paso. Nombró a Scioli, se enojó Massa y lo invitó a la Cumbre de las Américas para calmar su bronca (quería ese ministerio). Pero también lo utiliza para acercarse a Estados Unidos, dada su histórica buena relación, luego de las críticas que el Presidente le formuló al país del norte por excluir a Venezuela, Cuba y Nicaragua. Por otro lado, Scioli tiene el aval de Cristina y su figura aparece como un segundo “componedor”, igual a Massa. Finalmente, el impulso del proyecto de Renta Inesperada lanzado esta semana por Guzmán cuenta con el aval del kirchnerismo. En definitiva, es un todos contra todos de manera permanente, un “toma y daca” que tensiona la coalición ante cada decisión importante. 

 Si es estresante para los actores políticos y económicos más atentos a los movimientos oficiales, ni que hablar para el ciudadano común que mira la novela con hartazgo. La gente de a pie, sea del sector que sea, exige soluciones y tranquilidad. Certidumbre para proyectar, paz para vivir, dinero para comer y cumplir con las obligaciones. Que la interna no tape la economía. Porque cuando el ciudadano vote lo hará con el bolsillo, en su inmensa mayoría, y poco o nada le importará las rencillas internas. Que el oficialismo nacional piense más en la economía si quiere ganar las elecciones, lo otro es anecdótico.

 Caso contrario, el resultado ya es casi cantado. Lo dicen hoy las encuestas.

Martin Alexis Alanis.

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