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¿Brasil, espejo de la Argentina?

 A ojos de muchos analistas internacionales, la elección en Brasil representa el acto comicial más importante del mundo en este 2022. La batalla política entre la derecha y la izquierda brasilera evidencia en su máxima expresión visiones e ideas totalmente antagónicas en el campo conceptual y en el uso del poder público. Batalla cultural y política que se libra en América Latina con mayor fuerza en las últimas tres décadas, con alternancia en el mando entre polos bien opuestos.

 Lula se quedó con la primera vuelta, muy cerquita de alcanzar el 50% de los votos (48,4%, según el escrutinio del pasado domingo). Bolsonaro sorprendió con el 43,2%, un porcentaje mayor respecto a los números que arrojaban las encuestas previas. La segunda vuelta el próximo domingo 30 de octubre marcará el rumbo de nuestro continente en los años venideros. Junto a México, Brasil es la principal economía de América Latina; supera los 210 millones de habitantes; y, por extensión, su territorio se ubica en el quinto lugar en el mundo.

 Pero también encontró en Lula da Silva al dirigente político que mejor expresa los intereses populares; y en Jair Bolsonaro al dirigente que mejor encarna los intereses de sectores conservadores en una sociedad históricamente desigual. La feroz disputa entre el líder del PT y el actual presidente de la Nación, que tendrá su punto culmine en tres semanas, expondrá con total nitidez las batallas culturales que se libran en toda Latinoamérica, incluida la Argentina. No solo se trata de política partidaria, quizás esta representa la disputa menor en este complejo escenario. Se trata de visiones, conceptos y formas que trascienden la materia política-económica para sí pensarlas en categorías socio-culturales. El país de Lula no es el país de Bolsonaro, y viceversa. Lo mismo se podría aplicar en el resto del continente. Y basta con hacer un poco de historia para comprender el fenómeno.

 En los 90, la ola neoliberal arrasó en Latinoamérica. El fin de la historia, tras la caída del Muro de Berlín, impuso una visión única de mundo. El liberalismo económico salvaje había ganado e imponía su enfoque más radicalizado. En nombres: Menem, Cardozo, Frei, Sanguinetti, Fujimori. El fracaso del modelo, que dejó un aumento sideral de la pobreza en todos los países, permitió el renacimiento de los movimientos populares y de izquierda encarnados en Chávez, Lula, Kirchner, Mujica,  Evo Morales, Correa. Pero esta respuesta al neoliberalismo comenzó a derrumbarse en la segunda década del milenio.

 Por errores propios, y también por presiones del establishment. La derecha se reconfiguró y retornó al poder en Chile, Argentina, Uruguay, Brasil y Ecuador, para citar algunos casos. Pero volvieron a fracasar rápidamente y la izquierda ganó terreno otra vez en los últimos 4 años con victorias en México, Chile, Colombia, Argentina, Bolivia y ahora podría sumarse Brasil, con todo lo que significa en peso político y económico.

 Los viejos partidos tradicionales quedaron en el pasado y ahora las coaliciones dominan la escena política y cultural. Quizás categorías como derecha e izquierda sirvan para la comprensión del contexto, aunque en verdad las coaliciones representan unidades de lo parecido, similares, pero no iguales. Conceptos como centroderecha y centroizquierda aplican con mayor precisión el tiempo político presente. 

 A Lula lo apoya la izquierda, pero también la derecha, para citar un caso concreto. Hasta el propio Fernando Cardozo, expresidente de los 90, anunció su respaldo al candidato del PT. Y allí se confunden hasta los modelos que cada actor afirma representar. En Brasil, pese a los buenos resultados económicos de Bolsonaro, la ideología del referente del Partido Liberal está corrida decididamente más hacia la extrema derecha que hacia el centro. Por eso el extraño apoyo de dirigentes de la derecha brasilera, que apoyaron el impeachment a Dilma Ruself, ahora están pidiendo el voto por el PT.

 La centroderecha y la centroizquierda argentina volverán a competir el año próximo por la conducción del Estado nacional en los 4 años subsiguientes. El fenómeno no muestra las características particulares de Brasil (por ahora), pero sí el debate en torno a modelos sobre el manejo de la cosa pública, su orientación y ejecución. 

 El oficialismo depositó en Sergio Massa la última esperanza para reencauzar la economía y llegar con posibilidades a la elección de octubre. La oposición todavía navega en sus propias internas, feroces por estos días. A un año de los comicios, Brasil resulta un espejo. Como también lo son el resto de los países latinoamericanos. Las economías son diferentes, pero las trayectorias políticas contemporáneas suelen parecerse bastante. Dictaduras en los 70-80, neoliberalismo en los 90, gobiernos populares en los 2000, alternancia en los 2010. ¿Cómo será esta década? Por ahora la izquierda latinoamericana domina la escena. Brasil puede ratificar esta tendencia, si gana Lula; o rectificarla, si triunfa Bolsonaro. El misterio se develará en pocas semanas.

Martin Alexis Alanis.

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