¿Continuidad o cambio en Córdoba?

La disputa política-electoral en Córdoba se resume en dos nombres y apellidos: Martín Llaryora (Hacemos por Córdoba) o Luis Juez (Juntos por el Cambio). En síntesis, continuidad o cambio. El peronismo buscará el próximo 25 de junio extender por cuatro años más un periodo de gobierno iniciado allá en 1999 con José Manuel De la Sota. La oposición cambiemita, en tanto, intentará ponerle fin a ese periodo de 24 años ininterrumpidos, y que solo tuvo dos gobernadores: el propio De la Sota y el actual Juan Schiaretti.


 La elección cordobesa será mirada con especial atención por todo el país. Si el oficialismo revalida, con Llaryora a la cabeza, el otro ganador importante será el presidenciable Juan Schiaretti, que automáticamente iniciará su aventura nacional mostrando una gran victoria en su provincia. En cambio, si gana la oposición cordobesa, el “espaldarazo” será para todo el espacio opositor nacional, que busca regresar el 10 de diciembre a la Casa Rosada. 


 Una victoria de Hacemos Unidos por Córdoba (el nuevo sello) proyectará al gobernador Schiaretti; un triunfo de Juntos potenciará la idea “de cambio” para las elecciones generales de octubre. Allí todos se subirán al carro de los vencedores: Horacio Rodríguez Larreta, Patricia Bullrich, Gerardo Morales, etcétera. Un dato: un día antes del comicio provincial, el 24 de junio, se cierran las listas para las Paso. Es decir, ya se van a conocer los candidatos a presidente, con las respectivas fórmulas. Incluso la de Schiaretti, si decide jugar. Un fin de semana “a toda orquesta”, como reza el refrán, en materia política.


 La campaña de Llaryora es previsible, sin sorpresas: revaloriza la gestión peronista, con logros en materia de industria, obra pública, federalismo y administración ordenada. Además refuerza la alianza con los sectores productivos y agropecuarios. Juez, en cambio, lleva en la campaña la consigna de “fórmulas que funcionan”, con su aliado Rodrigo de Loredo (que finalmente decidió competir por la intendencia de Córdoba), y expone las falencias del gobierno en materia de seguridad, salud y educación. También plantea la alternancia en el poder, hecho que la provincia solamente vivió una vez tras el regreso de la democracia.


 Hacemos Unidos por Córdoba y Juntos por el Cambio pelean por el mismo electorado, marcadamente antikirchnerista. El 10% K de la provincia no logra incidir en la disputa por la gobernación. Oficialismo y oposición coinciden en muchas políticas en el plano nacional, de hecho bloquearon el debate en las sesiones extraordinarias convocadas por Alberto Fernández durante enero y febrero. Tienen matices en el plano provincial, y esos matices volcarán la elección hacia un lado u otro. 


 Llaryora lleva muchos meses de ventaja, su campaña se instaló hacia finales del año pasado con muchísima intensidad. Corría de atrás a un Luis Juez con mayor conocimiento en el electorado. Fuentes del gobierno aseguran que la intención de voto del intendente de Córdoba supera al cambiemita, pero nadie da por sentado una victoria en las urnas. Lo mismo pasa del otro lado de la vereda. Juez le ganó la extraña encuesta a De Loredo y también se muestra ganador en las urnas. Ningún dirigente opositor lo puede certificar. A priori, el comicio se presenta como parejo, el votante dará su veredicto. Habrá guerra de encuestas sobre el final de la campaña, ninguna dirá la verdad, solamente tendrá el objetivo de persuadir al electorado. 


 Continuidad o cambio. Esa simple pregunta se harán los cordobeses. Hacemos Unidos por Córdoba y Juntos por el Cambio no tienen diferencias en su concepción ideológica, sí tal vez de gestión o prioridades que marcan en sus relatos. La elección se leerá en clave nacional. Schiaretti necesita ganar para proyectar en 50 días su candidatura nacional (las Paso son el 13 de agosto). La oposición también necesita ganar para reforzar la idea de cambio. Se juega mucho más que cuatro años en El Panal.

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