Puebla: para elegir y compartir

Bien recibidos. El lugar es moderno y de iluminación cálida, pero eso todos ya lo saben. Estamos en frente del paseo preferido de los villamarienses y la región, en una esquina que muchos conocemos, pero que tuvo cambio de capitán y cada quien le busca dar su impronta. Estamos en Puebla, en la costanera.

La carta es variada. Repasamos las entradas, pizzas, carnes, mariscos, paella, sandwiches...

Los platos son abundantes. Lo advirtió la moza, Doriana. Y comprobamos que es así, por lo que resulta un acierto pedir tres para los cuatro. Y nos quedó, pero bien poco. Sin embargo, esa no es la nota sobresaliente.

Churrasco de cuadril, a punto en su cocción. La porción de carne es grande y tres gotas de zapallo asado decoran el plato. Una ensalada de rúcula y parmesano, más huevo duro cortado con detalles de punta hacen buena referencia a la cocina. También un cuenco de verduras grilladas acompaña muy bien, siempre pensando en compartirlo todo.

La paella es un castillo de mariscos sobre una mar de arroz cremoso. No es para exagerar. El voto, en este año de tanto asistir a las urnas, fue un ejercicio decisivo para consagrar este plato.

De todas maneras, el sugerido del chef se impone como el elegido: un salmón grillado que se exalta en ese punto, sencillamente, sobre tres rodajas de limón que aportan aromas, es además la preferencia del público femenino en el local, de acuerdo a las consultas realizadas. Seguro, si la textura y sabor encantan hasta los paladares más antojados.

Para compartir es todo. La mesa se convierte en un tablero de juegos para probar y los deseos dan la cara a las delicias, diversas y sabrosas, contundentes.

Hay vino en copa, pero la botella de torrentes fresco, hizo como cepa bien argenta, buena compañía, con la versatilidad necesaria en este variopinto gastronómico.

A la hora del postre, brownie y una bocha de helado de crema americana, con salsa de frutos rojos; y un flan casero, con chantilly y dulce de leche, para no quedarse con las ganas y sin arrepentirnos, porque eso hace bien.

Y claro está, se comparte y disfruta el todo, desde el espacio hasta los platos, desde que llegamos, porque esa suma hace a los buenos momentos.