Podríamos asegurar que es el gusto de nuestra infancia. Los gustos. Ese sabor a deseos de ir prendidos del dedo de papá, mamá o de los abuelos hasta la heladería. Muchos años atrás sólo alrededor de la plaza del centro, apenas a unos metros o a la vuelta. Pero en la ciudad como en cada pueblo, los helados estaban ahí... Y siguen siendo toda la vida parte de nuestra elección.

Desde aquellos tiempos, unas cuantas firmas del rubro tuvieron su producción local con capitales locales, villamarienses. También aparecieron al otro lado del río, en Villa Nueva, emprendedores que tienen su impronta, que han crecido en base a calidad y servicio. De hecho, ocupan lugares destacados o con proyección en la mismísima costanera de Villa María.

Más acá y a través de décadas, las productoras locales se multiplicaron y marcaron además un rumbo con innovación e inversión, postulando emprendimientos a nivel nacional y con la bandera cualitativa como insignia. Mientras, las foráneas fueron y volvieron, apostando a los comportamientos de los mercados y a la elección de los clientes. En ese escenario, cada día las artesanales compiten mano a mano con los costos que se reflejan en el acceso de los consumidores. El valor de un helado varía hasta alrededor de un 60% de acuerdo a su elaboración o marca. En ese abanico, las calidades no se ajustan sólo a números y aparecen franquicias de estilo para hacer la competencia más amplia y hasta se podría aventurar de equitativa.

A la hora de poner algunos nombres, los memoriosos podrán reparar en Santa Cecilia (frente a la plaza Centenario) y hoy Venecia, por la avenida frente a las vías aparecerán La Suiza o La Montevideana (desde hace poco nuevamente en escena sobre calle General Paz), vuelta al perro en la que se sumaron diversas marcas con el paso de los años y donde Grido domina la fotografía, con sucursales por doquier.

Sin embargo, la aparición en los últimos años de Denüt y un poco antes Di Prego, enaltecieron las propuestas para deleite de paladares ávidos de calidad y variedad: especialidades en postres, bombones, tartas y café. Las de capitales villanovenses Dalas (desde hace tiempo con salón propio y chopería) y Santa Lucía (desde frente a la plaza Capitán de los Andes) se alzan en la costanera para tentar a los visitantes del sector. También aparece Mavalía entre las opciones en la otra orilla.

La llegada a Villa María de Cremolatti (con cafetería en pleno centro y luego con local en la costa); el arribo asociado de la marca Freddo (reconocida por estar presente en diferentes puntos turísticos del Partido de la Costa) de la mano de Susana Marzolla; los nuevos helados de la marca repostera Andrea Franceschini; la franquicia también de los helados Mayo (oriundos de Alicia - Las Varillas).

Francesca y Máximo caminan de la mano de su abuelo buscando una heladería, sin saber que son los sabores que nunca olvidarán, momentos que recuperarán cada vez que pidan tasa o cucurucho, cono o capellina, barquillo o vasito (no descarten el delivery), para darse con el gusto... Todo eso que los trasladará inevitablemente a la infancia.