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Todos subsidiados

Todos subsidiados

Una intervención del ex ministro de Hacienda, Hernán Lacunza, durante una convención de ejecutivos de empresas privadas disparó un debate sobre quiénes son beneficiarios de subsidios en Argentina. En una provocativa intervención, el ex funcionario de Macri pidió que levanten la mano quienes no reciben subsidios, y discutió con el auditorio para hacer visibles beneficios que gozan y no muchas veces son conscientes “a pesar de que “somos el 10% de mayor ingreso de la población”, expresó.

En nuestro país tenemos millones de subsidios. De una manera más restrictiva, con asignación presupuestaria, podríamos reducirlos a tres grandes rubros: energía, servicios públicos y transporte urbano, por un lado, empresas públicas que en tanto generan déficit también implican una asignación de recursos públicos y, por último, regímenes especiales de exenciones impositivas que tienen un costo fiscal cuyo mayor ejemplo es el de Tierra del Fuego. Además de otros como los llamados “subsidios cruzados”.

El esquema de subsidios en Argentina lamentablemente tiene un nivel de transversalidad tal que es parcialmente regresivo y, además, poco transparente. Hoy parte de ellos se destinan a las familias de mayores ingresos y a servicios que son consumidos por los individuos o regiones más favorecidas. Incluso se llega al absurdo de subsidiar la compra de moneda extranjera en un país donde la pobreza supera el 40%.

Lo cierto es que muchas veces desde nuestra posición nos encargamos de criticar a quienes cobran subsidios explícitos del estado de distinta naturaleza sin tener en cuenta que también en muchas oportunidades los recibimos, aunque no seamos totalmente conscientes de ello y no los necesitemos para nuestra subsistencia. 

La experiencia de Lacunza y sus invitados nos sirve para entender que el estado es omnipresente en la vida de los argentinos, que está en todas partes, aunque no haga falta y no nos demos cuenta explícitamente de ello. Desde que le echamos combustible al auto, viajamos en Aerolíneas, compramos un “dólar ahorro”, pagamos la luz, entre otras cosas, estamos recibiendo subsidios por parte del Estado.

Es que nos hemos acostumbrado a que “papá estado” forme parte de nuestra vida cotidiana, seamos pobres, ricos o clase media. Por eso no se trata solamente de acusar al otro que cobra subsidios, sino de ver que el esfuerzo del estado (que somos todos) esté bien direccionado y con un sentido lógico, para evitar el derroche de recursos.

Para eso también deben cambiar quienes nos gobiernan y no utilicen estos ingresos para hacer demagogia barata y con fines coyunturales. Los argentinos nos debemos un gran debate para definir qué hacemos con los recursos de todos, para que cambie definitivamente el pensamiento que “lo que es de todos no es de nadie”. Esta creencia errada nos ha llevado al déficit permanente y sin sentido, para beneficio de pocos y perjuicio de muchos.

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