¿A quién no le conviene las Paso?

 Si bien la discusión entro en un impasse, y los consensos para suspender o suprimir las Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias (Paso) perdieron fuerza en las últimas semanas, el debate todavía se mantiene abierto en la política nacional. Si hubiera cambios en el sistema electoral debieran resolverse antes de fin de año. Cambiar reglas con el partido en marcha es un clásico de los argentinos en cualquier disciplina (el fútbol, sin ir más lejos, la pasión principal de la mayoría), por lo cual, ya no hay margen temporal para dilatar la discusión. Una vez aprobado el Presupuesto 2023, la política seguramente volverá sobre las primarias.

 Ahora, ¿a quién no le conviene las Paso? Y la respuesta es simple: a todos aquellos que están acostumbrados a resolver candidaturas con la lapicera. La democracia es un ejercicio cotidiano, que implica fundamentalmente reconocer que mi posición o idea sobre cualquier aspecto de la vida social no necesariamente implica la posición e idea del otro. Las diferencias en cualquier sociedad democrática se resuelven mediante el voto. En un club, en un sindicato o en cualquier organización de personas. También en los partidos políticos.

 Sin embargo, y a pesar de contar con esta herramienta democrática de selección de candidatos, una porción de la dirigencia prefiere seguir utilizando la lapicera y evitar el debate interno. Es mejor tener los partidos cerrados que con “revoltosos” cuestionando la postura “oficial”. Y la excusa del gasto “excesivo” en materia electoral (que es bajísimo en relación al total del Presupuesto nacional) permite abrir el debate de suspensión o supresión bajo ese concepto netamente economista. 

 No obstante, el problema no son las Paso. Son los dirigentes, que casi nunca las han utilizado. Inclusive el propio partido que las impulsó en 2009: el kirchnerismo. Nunca abrió el juego a las internas abiertas. Ni con Scioli y Randazzo en 2015, ni con Cristina y Randazzo en 2017. El resultado fue el mismo: derrota en las urnas. 

 En Juntos por el Cambio sucedió lo mismo. Apenas un ensayo de internas en tres candidaturas muy dispares: Macri versus Sanz y Carrió en 2015. Sí se utilizó con buen rédito en Córdoba en 2021, con la victoria de la fórmula Juez- De Loredo para las legislativas frente a Negri-Santos. Pero son contadas las experiencias. Lo extraño, al revés del kirchnerismo, que este sector político se opuso a las primarias en 2009 y ahora exige que no se suspendan o eliminen. Las profundas diferencias entre los diversos sectores opositores solamente podrían resolverse en una interna abierta, caso contrario, el destino sería incierto para el conglomerado cambiemita.

 Pero también el oficialismo muestra profundas diferencias. El kirchnerismo se abroquela en la provincia de Buenos Aires ante el temor de una derrota nacional. Alberto busca sostener las Paso para competir él o alguien de su espacio. Massa no habla de política por estos días, pero se sabe que quiere pelear por la presidencia (está más cerca de Cristina que de Alberto). Los movimientos sociales se dividen entre albertistas y kirchneristas; lo mismo que lo gobernadores; y la CGT (aunque el sector de “los gordos” tomó distancia del Presidente, que cada vez cuenta con menos respaldos). 

 ¿Entonces? ¿Para qué quiere el Frente de Todos suspender las Paso si es la única herramienta democrática que cuenta en 2023 para “sanar” las diferencias? La respuesta es simple, otra vez: para que la lapicera, la rosca y el acuerdo de una mesa chica se imponga sobre los votos de la mayoría. El oficialismo necesita recuperar consenso y exhibir mejoras en la economía de aquí a junio del año próximo, momento que cierren las listas, para llegar con chances a las generales y posterior balotaje (si lo hay). Sin primarias, que Juntos por el Cambio va utilizar, podría sufrir las mismas consecuencias que en otros años: partido desmovilizado en la primera parte de la campaña, sin ningún interés para el electorado, lo que lleva al votante hacia el conglomerado opositor. Ya les ha pasado. No se entiende que insistan con la misma metodología. 

 Lo hemos dicho en otras columnas. La preocupación de los argentinos pasa por la inflación, los salarios, la pérdida del poder adquisitivo. Daría la impresión que, con aciertos y errores, el único que estaría enfocado en el tema es Sergio Massa. El resto juega a la “internita”, a organizar actos, criticarse con el otro, esmerilar su poder. La oposición también juega el mismo partido pero sin la responsabilidad de gestión. Están cada vez más alejados de la población. Por eso, el 2023 será un año de incertidumbre electoral. Las encuestas, como siempre, dirán cualquier cosa en la previa de los comicios (en todos los órdenes). La población luego dará un mensaje contundente. Final incierto, final abierto. Hoy es un duelo entre guatemala y guatepeor. 

Martin Alexis Alanis.

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