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Accastello candidato: el fin de las negociaciones

 Eduardo Accastello pateó el tablero. Se cansó de las indefiniciones de Martín Gill y otros actores del peronismo villamariense y lanzó su candidatura a intendente municipal. Lo que decía en privado, finalmente lo anunció públicamente a través de un video en medios y redes sociales. En el justicialismo de Villa María se terminaron las negociaciones y la búsqueda de consenso interno, ahora la expectativa estará puesta en el grado de acompañamiento o no que tendrá el exjefe comunal.


 Nadie negocia ni busca consensos cuando una de las partes ya tomó una definición. Accastello “primerió” en el anuncio y dejó recalculando a los posibles aliados internos. Gill dijo que Accastello tiene derecho a ser candidato, pero no aseguró que sea el candidato del consenso. El intendente ahora tiene dos caminos: o apoya a Accastello, con quien tuvo más encontronazos que acercamientos en los últimos 8 años; o impulsa otra candidatura, más afín a su proyecto político. 


 Con otras palabras, pero con un mensaje directo, el actual ministro de Industria de Córdoba anunció que será candidato independientemente del apoyo de Gill y otros actores como José Carignano, Marcos Bovo, Rafael Sachetto, Pablo Rosso, Nora Bedano, entre otros. En criollo, deslizó: “Yo soy candidato, si quieren apoyarme, bienvenidos; sino voy por mi cuenta”. 


 Accastello sabe que las mediciones lo ubican muy por encima del resto de los dirigentes en el oficialismo. Gill nunca tuvo un candidato competitivo, lo dijimos en esta columna en varias ocasiones. Sin candidato jamás podría hacer cantado truco ni retruco. Sí buscó estirar el acuerdo lo más que pudo en el tiempo, casi al límite de lo que marca la Carta Orgánica Municipal (COM). Ante la indefinición, Accastello salió a la cancha una semana antes del cierre de listas.


 La oposición avanza fuerte en la campaña. Darío Capitani (Juntos por el Cambio), Manu Sosa (Uniendo Villa María) y hasta Braulio Zanotti (Cambia Villa María) han desplegado una importante cartelería pública y por debajo de las puertas lanzan sus plataformas de gobierno. La campaña proselitista no arrancó formalmente y la oposición ya le sacó varios cuerpos de ventaja al oficialismo, que ni siquiera pegó un cartel. No sabemos aún si Accastello será el candidato oficial, pero al menos es el primer candidato del peronismo local. ¿Puede haber otros? Sí. No hay que descartarlo.


 Cualquier acompañamiento posterior a este anuncio será forzado. No habrá consenso mayoritario ni apoyo contundente. Será un “sí, acompañamos a Eduardo”; o no, “vamos con nuestro candidato”. El gillismo y otros sectores renegaron y reniegan de una postulación de Accastello. No quieren saber nada. 


 “Nos vamos a tener que tragar varios sapos”, le manifestó el propio Gill a sus funcionarios y militantes días atrás en una reunión ampliada en el PJ. Pero tampoco tiene cómo contrarrestar la avanzada del accastellismo. Sin candidato competitivo, con menor influencia respecto a otras épocas, las posibilidades de contraatacar se le esfuman. O acompaña, y así se lo transmite a la dirigencia justicialista que le responde, casi a modo de resignación y abdicación; o también patea el tablero, muestra que aún conserva poder de fuego, y le planta otra candidatura peronista a Accastello, a sabiendas que la división podría ser el principio del fin para todos.


 El gillismo y el accastellismo son espacios políticos diferentes en un paraguas común llamado peronismo. Debajo de ese paraguas entran todos, la historia así lo demuestra. Ante el temor de perder el poder, y como la experiencia lo indica, el amontonamiento (ya la palabra unidad no tiene ningún sentido ante el nuevo escenario) es la primera opción; pero tampoco es alocado pensar que de aquí al 1º de septiembre (momento de presentación de candidaturas) la división se consume. Si hasta sería lo más lógico, dado la pésima convivencia que han mostrado ambos espacios. 


 Incluso, hasta en el video de anuncio Accastello formula críticas hacia la actual gestión: “En mi recorrida por los barrios escucho cada vez más sobre cierta disminución en el ritmo de crecimiento de nuestra ciudad. Los vecinos me dicen que quieren recuperar el dinamismo que tuvimos en otros tiempos”. En un escenario de consenso, Gill jamás hubiera aceptado críticas abiertas a su propia gestión. Nadie se pega un tiro en los pies solo.


 Quedan pocos días para el cierre de listas. Se suman candidatos. No se conoce el número final. Pero hay muchos interesados. Ahora, con posibilidades, muy pocos. Bienvenidos a la recta final de una elección histórica.

Martín Alexis Alanis.

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