El dólar “Paso”

Con una inflación descontrolada, actividad en retroceso y dólares que no paran de emigrar del Banco Central, el Gobierno enfrenta el tramo final de la pre-campaña electoral con poquísimas herramientas económicas para revertir un tiempo marcado por dificultades en todos los frentes. A seis meses de las elecciones presidenciales, además, nadie tomaría una decisión arriesgada en un contexto de enorme incertidumbre política. 


 La única herramienta seria para sumar dólares genuinos, sin caer en el endeudamiento externo, que de por sí ya casi no existe para la Argentina, es el ahora “dólar agro”, o como señala este escriba, el “dólar Paso”. El Gobierno, el peronismo, el albertismo, el kirchnerismo, o como usted prefiera denominar a este Ejecutivo Nacional, recurre nuevamente a los sectores productivos -con un dólar diferencial de 300 pesos- para mantener una frágil estabilidad económica y así arañar las primarias de agosto con alguna expectativa para el Frente de Todos. Es casi un “dólar llegar” a la primera etapa de las elecciones nacionales. 


 Para la soja, los productores podrán liquidar hasta finales de mayo. Para el resto de las economías regionales, hasta agosto, mes de las Paso. De 4 mil a 9 mil millones de dólares espera recaudar el Gobierno en este tiempo, un bálsamo de billetes verdes para saciar la sed por la moneda norteamericana, que permitirá apenas tranquilizar el mercado de cambios durante un breve lapso de tiempo. Además, con un dólar competitivo, en una clara devaluación encubierta del peso, los productores mejorarán sus ganancias en un año de monumentales pérdidas por la sequía. 


 Si algo le faltaba al Presidente Alberto Fernández para coronar cuatro años de dificultades externas, además de las propias generadas en su gestión, es la sequía. Primero la pandemia, después la guerra. Mauricio Macri ya había dejado una deuda externa impagable, sobre todo con FMI. Sin dólares a la vista, la liquidación de la cosecha aun guardaba por el campo representa el último “manotazo de ahogado” para un primer mandatario que solamente en su imaginario puede soñar con una reelección. 


 Sin apoyo de la socia mayoritaria de la coalición, Cristina Fernández; con un Sergio Massa que se mueve con total independencia (a veces parece el Presidente); y con una economía en picada libre, la suerte del Presidente está echada hace tiempo. Nadie en su sano juicio creería en su reelección. “No se baja” con sus propias palabras porque sería perder (más) poder político cuando todavía restan ocho meses para que entregue el poder.


 Este dólar diferencial echará más leña al fuego inflacionario. Ya paso en las dos anteriores ocasiones. Los precios internos se van a elevar (aunque ya nadie sabe cuánto valen las cosas y hasta puede resultar casi “imperceptible” el movimiento mayor de precios), los salarios seguirán corriendo de atrás con varias marchas más lentas y el calendario avanzará sin prisa pero sin pausa. Queda poco más de cuatro meses para las primarias. Poco más de dos meses para el cierre de listas.


 El Frente de Todos resolverá sus diferencias en una primaria que aún no tiene competidores definidos. Hay muchos nombres, ninguno confirmado. Incluso esta semana aparecieron dos nuevos posibles candidatos, el gobernador de Buenos Aires Axel Kicillof (si se lo pide Cristina) y el titular de YPF Pablo González (un desconocido para la mayoría de la sociedad, pero también alineado a la vicepresidenta). Además de los ya conocidos Sergio Massa, “Wado” de Pedro, Daniel Scioli, Juan Grabois y ¿Alberto y Cristina?. 


  Una buena elección primaria dejará al oficialismo con vida de cara a las generales de octubre, una mala primaria (como le sucedió a Macri en 2019) lo dejará contra las cuerdas. No tiene tiempo, ni dólares, ni anuncios relevantes para hacer. Además el FMI sigue presionando por más recortes en subsidios y planes sociales. Al Gobierno solo le queda mejorar salarios (lo que pueda), sumar dólares con este programa y aspirar a ofrecer fórmulas atractivas y competitivas. Tiene una a favor en lo político: la oposición de Juntos por el Cambio no demuestra ni cohesión ni confianza y en cada encuesta pierde más votos por la fuga hacia Javier Milei.


 Al campo que tanto criticó, al campo le ruega por the last dance. Sin esos dólares, el descalabro económico en estos meses sería mucho peor. Por el contexto externo y también interno; por mala suerte o por errores propios; por carecer de un plan económico o por adoptar el del Fondo Monetario Internacional, Alberto Fernández llega al tramo final de su gestión sin plata, sin votos y sin poder político. Solo pedirle que administre la crisis de la mejor manera. Y quien resulte electo, oficialista u opositor, tome las medidas necesarias para ordenar lo que se evidencia a todas luces como un desorden generalizado.

Martín Alexis Alanis.

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