La economía, ¿clave en el año electoral?

 ¿Los argentinos votarán otra vez con el bolsillo en este 2023?, como suele repetirse en cada elección de carácter nacional. ¿O en el amplio abanico de intereses electorales confluyen un sinfín de motivos?

 Puede haber argumentaciones en ambos sentidos, y todas son válidas. La sociología y la ciencia política seguramente responderán mejor estas preguntas, aunque sí puedo señalar que de ninguna manera podría haber una única explicación para describir el comportamiento de los votantes. Todos tienen intereses diferentes, todos miran la política con lentes distintos. 

 Más allá de la individualidad, los intereses colectivos, o de grupos específicos dentro de la sociedad, ofrecen mayores razones para explicar este comportamiento en función de sus propias demandas y concepciones del mundo y de país. ¡La ideología!, ni más ni menos, para ser contundente y acotar el objeto de análisis. Habrá sectores que priorizan las políticas de derechos humanos, otros la educación, otros el empleo y la desigualdad, otros el libre mercado, y así podríamos estar varios párrafos más abajo explicando estos conceptos que luego se expresan en el cuarto oscuro.

 Sin embargo, en esta columna, y a partir de esa creencia popular de que “la mayoría vota con el bolsillo”, analizaremos los principales aspectos de la economía argentina para intentar aproximarnos al escenario electoral nacional, aquel que define el rumbo del país en los próximos cuatro años. Las elecciones locales y provinciales configuran escenarios previos, permiten vislumbrar el horizonte del votante, pero no terminan explicando el voto “a Presidente”. De hecho, en Córdoba se vota bien diferente en cada elección según su naturaleza. No es lineal. 

 Por eso, nos enfoquemos en los aspectos económicos fundamentales para explicar el actual escenario, en los albores del 2023. Falta mucho para las elecciones primarias de agosto, pero para el Gobierno nacional ese tiempo es nada. Deberá exponer resultados en apenas 6 meses (antes del cierre de listas) para mostrar competitividad en las urnas. Si Mauricio Macri perdió los comicios del 2019 con un 53% de inflación anual, por qué suponer que el Frente de Todos las ganará con casi el 100%. Desglosemos la tesis argumental de esta columna.

 La casi ruptura del Presidente Alberto Fernández con Cristina Fernández de Kirchner tras el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI) y la salida intempestiva de Martín Guzmán del Ministerio de Economía dejaron al Gobierno al borde del nocaut. La inflación y el dólar se dispararon y la credibilidad de las autoridades tocó su piso histórico. Ocurrió el año pasado, no hace mucho tiempo aunque sí lo pareciera. Pero llegó el famoso “superministro” para ordenar las cuentas públicas, bajar la inflación y expandir la actividad económica, obviamente hablamos de Sergio Massa; y esa tesis inicial de que el Gobierno estaba terminado electoralmente cambió con una simple frase: “Salvo que vaya Massa”. 

 Esa frase la repiten dirigentes del oficialismo y la oposición. Los gobernadores ya hablan de Massa candidato. El kirchnerismo duro busca otros nombres pero ninguno “prende”. El ministro de Economía, que no es economista -paradojas de esta Argentina-, mostró algunos resultados en seis meses y en silencio (casi que no habla) se instaló como presidenciable. Y a los datos me remito: el desempleo cayó por debajo del 7% (6,9% en la última medición del Indec); la inflación mensual bajó del 7 al 5% (es altísima aún, pero va en descenso y el objetivo del Gobierno es estabilizarla en 3,5% en abril); la capacidad instalada de la industria se ubica en un 66,7%; y las reservas crecieron a partir del Dólar Soja I y II. 

 Si de aquí a junio los resultados económicos continúan con esta tendencia, y más aún si el salario real se recupera tras años de caídas sostenidas (se reabren todas las paritarias en el primer cuatrimestre), por qué no pensar que el Gobierno puede pelear la reelección sin Alberto y con Massa a la cabeza. Hoy todas las encuestas dan ganador a Juntos por el Cambio, con Horacio Rodríguez Larreta o Patricia Bullrich como candidatos. Pero las encuestas también marcan un escenario de tres tercios, con un Javier Milei que volvió a crecer electoralmente y un Frente de Todos que terminó de caer y se recupera lentamente. Ya nadie lo da por terminado. Y la explicación es la gestión económica de Massa, no hay mucho más. 

 El ministro llega a Villa María para anunciar un programa específico para pymes lácteas y recorrerá un campo ubicado en la periferia de la ciudad (cerca del Aeropuerto). No es común el arribo de un  ministro de Economía a la Villa y casi que la pregunta obligada será, en caso de mantener contacto con la prensa, si ya se anota como presidenciable. Por ahora no habló del tema, aunque todos los analistas lo ubican en la grilla de largada.
  El debate electoral encuentra, sobre todo en el tramo final de cualquier campaña, diferentes temas de intercambio entre los candidatos. Pero en momentos de dificultades económicas, como las exhibidas en este tiempo, principalmente por el enorme impacto de la inflación, la mayoría de la población escuchará las propuestas económicas. Y así respondo la pregunta inicial, al menos desde mi óptica: esta elección estará marcada por la discusión de la política económica. Por la mala gestión económica perdió Macri, este Gobierno también está perdido por la mala gestión económica. El partido no terminó. Por el contrario. Recién está empezando. Va cayendo por varios goles de diferencia, empero encontró en el banco de suplentes “un salvador”. ¿Le alcanzará?

Martín Alexis Alanis.

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