Los contrastes de la Argentina

 El feriado de carnaval, el retorno a clases y la apertura de sesiones en el Congreso Nacional son marcas cruciales en el calendario que -de alguna manera- ponen fin a la temporada estival. El primero ya sucedió; el segundo inició esta semana corta y se completará la próxima; y el tercero tendrá lugar el miércoles 1 de marzo. Sí, a despedirse del verano hasta el año que viene, aunque las altas temperaturas seguirán presente algunas semanas de marzo y por qué no abril también.

 La temporada estival expone las contradicciones de nuestra economía argentina. Sirve en bandeja los análisis sobre contrastes evidentes que complejizan la comprensión de este tiempo histórico. “No alcanza la plata, pero los centros turísticos están repletos”, podría razonar cualquier ciudadano con cierto tino sobre la realidad del país. Mucho más tras el fin de semana largo de carnaval. 

 Vacacionaron más de 3 millones de personas, con un promedio de gasto diario que superó los 10 mil pesos per cápita y la ocupación hotelera en los principales centros turísticos alcanzó el ciento por ciento.

 ¿Cómo explicarlo? Algunos dirán que salió apenas un 7 u 8 por ciento de la población, y con eso fue suficiente para cubrir todas las plazas. El razonamiento es válido pero no explica del todo el fenómeno, ya que el movimiento turístico registró durante enero y febrero porcentajes altísimos de ocupación hotelera, alquileres, camping, etcétera. Se espera números similares en marzo pese al retorno de la actividad habitual (muchos prefieren estas fechas dado que los costos de alojamientos, comidas y excursiones bajan sensiblemente).

 La cultura argentina de vacacionar lleva décadas en el ADN nacional, el fenómeno no se puede explicar solo en términos económicos. Si dependiese únicamente de este factor, la actividad tendría picos altos y bajos muy marcados productos de la volatilidad de nuestra economía. Claro está que, con mejores condiciones, el movimiento se duplica, triplica o más. Y en tiempos de altísima inflación, el turismo representa esa pequeña “inversión” que en otras acciones resulta difícil o imposible: por ejemplo, ahorro o compra de bienes durables.

 Cualquier “pesito” que sobra va al turismo. Así también lo explican funcionarios entendidos en la materia como Esteban Avilés, presidente de la Agencia Córdoba Turismo, quien señala este aspecto entre los motivos centrales para explicar esta dicotomía de ‘economía en terapia intensiva versus turismo en alza’. 

 La pandemia retrasó sueños de viajes, que en muchos casos recién ahora comenzaron a concretarse. Además, la dificultad para viajar al exterior, por falta de dólares o por tarifas muy elevadas para las posibilidades de la mayoría, también agrega un condimento extra para intentar comprender esta realidad. El turismo nacional vive momentos de crecimiento. En los sectores medios altos y altos la inflación no representa un problema crucial como sí lo es para los sectores medios y bajos, donde el impacto de la suba constante de precios erosiona el poder adquisitivo y cualquier intención de viajar por el país. 

 Mientras la inmensa mayoría de las encuestas desaprueban la gestión de Alberto Fernández, con números que van del 60 al 70 por ciento, en gran medida por la elevada inflación mensual y anual, la actividad turística vive tiempos de auge tras la pandemia. De un sector hiper-castigado por el virus, allá por 2020-21, a un sector de empuje en la economía nacional. Sin dudas es una buena noticia. Y más para Córdoba, donde un gran porcentaje del PBI se explica por esta rama. Sin embargo, la actividad deja en evidencia las contradicciones de la sociedad, que -por un lado- se queja de las vicisitudes de la economía; y por otro lado, llena los centros turísticos. Muchos ciudadanos aún, producto de una sociedad marcadamente desigual, no tienen ni tuvieron la posibilidad de planificar un descanso estival. Allí no hay elección, es la cruda realidad, que algún día debe cambiar para que todos tengan las mismas posibilidades.

 Pero otros tantos elijen seguir vacacionando a pesar de la inflación y la caída en los ingresos. ¿Cómo se comportará este electorado? ¿Decidirá cambiar o continuará apoyando este rumbo pese a las dificultades del momento? ¿Se piensa en la realidad propia o del conjunto a la hora de entrar al cuarto oscuro? Las vacaciones terminan, comienza el año político. Todo se jugará en las urnas. Hasta la posibilidad de seguir vacacionando. Cada uno elegirá el camino que mejor crea conveniente para encauzar la Argentina.

Martín Alexis Alanis.

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