Todos contra todos en la política argentina

 Hay dos cosas que crecen en la Argentina de este tiempo político: la inflación y la grieta. Las dos parecen imparables. Las dos exasperan a la sociedad. La primera carcome el salario, lo destruye mes a mes; y la segunda consume las esperanzas de un país mejor. La grieta ya no es discusión kirchnerismo versus macrismo o macrismo versus kirchnerismo. No. Es mucho más. Ahora la grieta se instaló hacia el interior de las coaliciones y de los propios partidos políticos. Es un todos contra todos. Ya no se disimula.

Aquel viejo axioma “los trapitos se lavan en casa” quedó archivado para siempre y las diferencias políticas o personales se exponen sin filtros en la faz pública.


 Incluso en un análisis más sociológico -que lejos estoy de poder hacerlo con rigor científico, pero que sí surge de la observación diaria-, la grieta forma parte de la cotidianeidad de la población. La sociedad está fragmentada. La tolerancia desaparece la conducta ciudadana para dar paso a otro estadío más violento e intolerante. ¿Por qué la política debería ser distinta? Si es, en definitiva, el reflejo de lo que ocurre abajo. Los dirigentes no nacen de un repollo, nacen de la misma sociedad. Entonces, ¿por qué pensarlos diferentes al resto? Sí podrían emitir mensajes de prudencia, respeto y tranquilidad, pero sucede lo contrario. Fogonean la división, con más énfasis que nunca.


 Cambiemos ganó las elecciones en 2015 pero luego “chocó la calesita” en cuatro años. Las experiencias “de unirnos” para ganar elecciones y derrotar a un oponente en particular suelen terminar en fracaso. El ejemplo más contundente por esto días es el Club Atlético Independiente. El macrismo (Grindetti, Ritondo, Bullrich, con un delfín como Doman a la cabeza) armó una lista para vencer a “los Moyano”, que dejaron el club en ruinas, aunque luego de ganar las elecciones no supieron cómo enfrentar la grave crisis económica que vive “el rojo”. Se fue Doman y todo es un caso superior. 


 Luego, en 2019, el Frente de Todos asomó como una esperanza para retomar el sendero del crecimiento, el empleo y la baja de la inflación. Fue todo lo contrario. Un gobierno de internas, de falta de gestión y de inflación descontrolada. El Presidente y la vicepresidenta no se hablan. Massa agarró un fierro caliente en el peor momento, aunque la espiral inflacionaria no pudo ser revertida más allá de acuerdos con organismos internacionales. Nadie, a ciencia cierta, sabe quién o quiénes serán los candidatos del oficialismo. El todos contra todos se profundizará hasta agosto, cuando se celebren las Paso.


 Pero esta semana nos desayunamos con una interna más virulenta, expuesta con total crudeza en los medios de comunicación, incluso los afines al Pro. Halcones y Palomas tuvieron un round sin protección y los golpes de unos y otros fueron directamente al mentón. Por ahora, las Palomas mandaron a la lona a los Halcones. El árbitro cuenta hasta 10 pero la pelea no termina. Si bien la interna Patricia Bullrich – Horacio Rodríguez Larreta domina la agenda política opositora hace ya mucho tiempo, y ambos serán rivales en las primarias de agosto, esta semana sucedió un episodio que sacudió la estructura de Juntos por el Cambio en todo el país, con epicentro en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA).


 Larreta, que tiene de aliado al radical Martín Lousteau, y en un guiño al centenario partido, llamó a “elecciones concurrentes”, es decir, el ciudadano porteño elegirá primero en Paso y luego en generales al Presidente y al Jefe de Gobierno de la CABA el mismo día, pero con diferentes sistemas electorales. Para el primero, la tradicional papeleta de colores; para el segundo, la boleta única electrónica. Conclusión para los Halcones: doble gasto de dinero que además atenta contra las posibilidades del candidato del Pro frente a los radicales. Y además baja considerablemente el efecto arrastre que puede generar el candidato porteño hacia el candidato presidencial. Para las Palomas, el Pro cumple su vieja promesa de voto electrónico y deja en igualdad de posibilidades a los integrantes de la coalición.


 Larreta cambió las reglas de juego en pleno partido para mostrar poder ante Macri, Bullrich, Vidal y compañía. Busca aliados por fuera del espacio ante un macrismo que se recuesta cada vez más en ideas liberales/libertarias. Si se escucha atentamente los planteos de Patricia Bullrich y Javier Milei no surgen diferencias sustanciales, por el contrario, las coincidencias son mayores. En general, la sociedad busca dirigentes referenciados en el centro, alejado de los extremos. Pero en momentos de crisis económica, los extremos suelen ganar terreno y exponen ideas y conceptos que, lejos de traer soluciones, podrían generar un caos mayor en la población. Solo basta con analizarlas con detenimiento.


 La grieta, en definitiva, está en todos lados. La política y los partidos no son ajenos. Se comprende entre las coaliciones, resulta menos comprensible entre los propios. El Frente de Todos y Juntos por el Cambio resolverán esas diferencias en las urnas, alguno resultará ganador. Luego las elecciones generales determinarán al nuevo Presidente. Sin embargo, si las internas no frenan y los proyectos no tienden a la cohesión y la coherencia, a los pocos meses el desenlace puede resultar igual al actual. Primero las ideas, luego los candidatos. Hasta que no se entienda este concepto básico de la política, que todos repiten y nadie cumple, los resultados serán los mismos.

Martín Alexis Alanis.

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