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Un legado familiar de prestigio

Escribanía de Aldo Eduardo Lozita y sus hijos es sinónimo en Villa María de confianza, seriedad, calidad profesional. Una historia familiar de décadas, que inició Aldo Guillermo Lozita en los 60, continúa con Aldo Eduardo Lozita y proyecta la continuidad con los jóvenes Julián y Lorenzo. Un legado familiar ligado siempre a la escribanía como proyecto profesional y de vida.


En una cálida entrevista en su estudio, ubicado en calle Santa Fe 1381, los tres escribanos dialogaron con Claves sobre el pasado, el presente y el futuro. Aldo Lozita siempre se referencia en su padre para explicar la vigencia del reconocido estudio. “Tenemos una trayectoria extensa, mi padre comenzó en 1962. Inició su actividad con un registro en Embalse, que había salido por sorteo y después consiguió el traslado al Registro 310, en el año 1969. Él ejerció hasta el año 2002, cuando se jubiló, yo fui adscripto en ese Registro 310. A partir de allí comencé a ser el titular con el nuevo Registro 476. Venía trabajando con él desde 1985, un año antes me recibí de abogado y en el mismo 85 me adscribí al Registro 310”.


“Ahora tenemos la tercera generación de escribanos, Julián que es adscripto desde 2017 y Lorenzo que se recibió hace tres años de abogado y dos de escribano. Él no puede firmar porque yo me tendría que jubilar, ya que no puede haber más de un adscripto en el estudio”.


Aldo Lozita, que además encabeza la delegación local del Colegio de Escribanos, habló sobre los cambios en la profesión a lo largo de los años y valoró el legado que le transmitió su padre. “Brindar confianza a los clientes, la palabra del escribano, que da seguridad y fe. Él generó eso en Villa María, una escribanía de prestigio. Una persona que resolvía problemas. En ese momento la escribanía tenía ocho empleados. Con los años, la competencia fue mayor al aumentar la cantidad de escribanos con registro en la ciudad. Hoy tenemos cuatro empleados permanentes más tres profesionales y le podemos brindar a la gente un trabajo rápido, ágil. La competencia es importante, pero hay un reconocimiento a la trayectoria, al nombre y a la satisfacción de la atención que brindamos”.


Aldo recordó además que cuando ingresó a la escribanía como adscripto trabajó en seis o siete bancos privados que “tenían un volumen importante de trabajo antes de la convertibilidad”, en cuatro de ellos lo hizo por concurso. “Tenía mucho trabajo. En ese momento los bancos cumplían su verdadera función, que es dar créditos. Fui creando relaciones con los clientes, personas que las sigo atendiendo desde hace más de 20 años. La escribanía trabaja bien, adecuada a la situación económica”.


¿Qué profesión les espera a sus hijos?, se le preguntó en la entrevista, ya proyectando los nuevos tiempos. “Va a ser complicada por la competencia, todos los días hay un impuesto nuevo que traba el sistema financiero, la compra/venta de inmuebles. Fueron aumentando los gastos de las escrituras, los honorarios han quedado bajos y los sellados fueron creciendo muy por arriba. Los costos son altos porque el Gobierno subió las valuaciones fiscales de las propiedades”.


Julián comentó que junto a su hermano tienen otra percepción de la profesión respecto a su padre, “son distintas épocas”, resume. “Si bien hay mucha competencia y no es un buen momento económico del país, nosotros tenemos buena relación con los colegas. Incluso tenemos grupos de WhatsApp que lo demuestran”.


Otra de las consultas fue por las modificaciones que generó la irrupción de la digitalización en el trabajo diario del escribano.
“Cambió bastante y para bien. Se agilizaron los trámites. Cuando antes hacías una escritura de compraventa, el Registro tardaba dos o tres años en inscribirla. Hoy, con la digitalización, tal vez están listas en 30 o 60 días”. Julián destacó que “la tecnología nos simplificó todo. Estamos adheridos a un sistema informático que actualiza nuestro programa”.


El joven escribano contó además que cada uno tiene un rol en la escribanía. “Las secretarias se encargan de distintas áreas, se individualizan las tareas y los clientes se relacionan con las secretarias dependiendo del trámite a realizar. Igual todos saben hacer todo. Cuando alguna se va de vacaciones, hay otra que la reemplaza en las tareas. Muchas veces la gente piensa que el escribano solo firma un documento y no es así. Hay mucho peso en cada decisión que se toma, en cada escritura”.


“La profesión nos ha dado satisfacciones laborales, económicas y familiares. Trabajar con los hijos es un orgullo. Espero que ellos sigan la misma línea. Trabajamos a gusto. Al cliente le decimos que hacemos atenciones personalizadas, no derivamos en las empleadas. Se los satisface en todas las preguntas”, remarcó Aldo, ya en el final de la nota con este medio y subrayó que la distinción del estudio lo marca un nombre con historia y seriedad en la ciudad. “Lozita es un apellido de años, con el prestigio que le imprimió mi papá. Nosotros tratamos de hacerlo trascender y creemos que lo hemos logrado. La gente siempre se muestra conforme con el trabajo y vuelve”, concluyó.

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