Educación pública en riesgo

Educación pública en riesgo

El ajuste del Gobierno de Javier Milei no encuentra límites. El objetivo central de alcanzar mes a mes superávit fiscal prima ante cualquier otro aspecto de la vida nacional. La educación no es ajena. La educación superior tampoco. Todos entran en el amplio abanico de “la motosierra”. Y si bien hay una coincidencia generalizada de la dirigencia política para la baja o eliminación del déficit fiscal, la pregunta es a qué costos.

Si hasta el propio Fondo Monetario Internacional está pidiendo “calidad” en el recorte de gastos para no afectar la seguridad social. Sin educación no hay futuro. Desde los 3 años hasta la universidad. Todos los niveles son importantes en post del objetivo supremo que la Nación Argentina mantuvo a lo largo de las décadas: la movilidad social ascendente, única manera de crecer personal y colectivamente. Única manera, además, de igualar oportunidades. En Villa María, el 90% de los egresados son de una primera generación de universitarios en la familia. Es un dato insoslayable y contundente.

El sistema universitario prepara una movilización importante el próximo martes en todo el país. Se llama “Marcha Federal Universitaria”. Algunos se animan a señalar que podría ser la más contundente en convocatoria respecto a otras contra el Gobierno de Milei. En 2001, antes de la llegada de Domingo Felipe Cavallo al Ministerio de Economía, el recorte universitario le costó el puesto a Ricardo López Murphy. 

En este tiempo, Milei y el ministro Luis “Toto” Caputo decidieron pisar el presupuesto. Con una inflación superior al 200% anual no  actualizaron partidas para ninguna de las casas de altos estudios del país. Villa María no fue la excepción. Los rectores y rectoras advierten que se les acaban los fondos para funcionar. La factura de energía eléctrica, que sufrió un fuerte incremento tras la quita de subsidios, ya no se paga o termina de vaciar las arcas universitarias.

Familias, empresas, Estados, todos se han ajustado en este tiempo. “No hay plata” es un lema del nuevo contexto político y económico. Ajustar en educación y en ciencia y tecnología no parece una buena idea pensando en el futuro de las siguientes generaciones. Mucho menos para el desarrollo nacional. Tal vez pueda ser un hecho circunstancial, quirúrgico, para afrontar la crisis, pero no un estadio permanente. 

Las previsiones para 2025, tanto del FMI, JP Morgan y consultoras privadas de la Argentina (expresadas en el Relevamiento de Expectativas de Mercado) plantean un escenario económico diferente al actual, con una inflación que rondaría entre el 40 y el 60%; un crecimiento económico de entre 3,5% y 5%; y un desempleo a la baja tras un incremento de este año. Para muchos economistas, este sería el peor momento de la crisis luego del ajuste inicial y que en el segundo semestre se revertiría la tendencia, para finalmente crecer el año próximo.

Esas tendencias positivas, que incluso mantienen altas las expectativas de la población y la imagen del Presidente, contrastan con la actualidad más estricta de millones de familias, miles de empresas y decenas de universidades que no saben cómo sobrevivir en el ahora. Tal vez de esa “calidad” habla el FMI. Un recorte tan brusco y generalizado que pretende solamente alcanzar equilibrio fiscal significa condenar a la pobreza a miles de personas, al cierre de fábricas o de universidades públicas.

La escuela pública argentina es orgullo en el mundo. Países como Chile, apenas cruzando la cordillera, no lo pueden alcanzar en todos sus niveles. Argentina es un ejemplo de universalización de la educación. Si hasta los propios liberales de finales del siglo XIX y principios del XX impulsaron la educación libre, gratuita, laica. Y hasta funcionarios del actual gobierno son egresados de universidades públicas como el propio “Toto” Caputo, Patricia Bullrich, Mariano Cuneo Libarona, Santiago Caputo, Mario Russo, entre otros.

No arruinemos lo que se ha construido con esfuerzo, sacrificio y creatividad durante muchos años, aun con los defectos que pudieran existir. Corrijamos todo lo que se hizo mal, pero no tiremos por la borda una institución tan determinante en la historia nacional como la educación pública en todos sus niveles en post de alcanzar solo un indicador económico. No es justo.

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