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Con estilo propio
Carolina Güelfi es una emprendedora local dedicada al rubro gastronómico con especialización en la realización de pastelería boutique para eventos y el público en general.
El trabajo y la dedicación marcan la vida de Carolina Güelfi. En sus manos tiene la fórmula para crear sabores, texturas y dulzuras que conquistan los paladares de los hogares villamarienses y de los clientes que llegan de la zona.
Lleva adelante su pastelería con servicio de catering y eventos además de sus dos negocios, producto de una sociedad familiar junto a Mario Argüelles: Cristóbal de la Cruz e Isabel de la Cruz. Dos empresas familiares que han transformado la cafetería en la ciudad. En junio de 2016 se inauguró Cristóbal, un proyecto que tuvo casi un año de trabajo.
De la mano de Carolina el negocio fue creciendo. Constancia y esfuerzo son dos palabras que definen la tarea que encararon hace ya ocho años. Tiempo después decidieron hacerse cargo de la emblemática esquina de Buenos Aires y San Martín y abrir allí, Isabel. Entre los dos negocios ofrecen 60 variedades de tortas, con elaboración diaria. La producción es artesanal, sin conservantes. Con el peso exacto de cada ingrediente para mantener el sabor, el color y la calidad en los productos, indican.
Carolina está detrás de cada uno de los productos que ofrecen. Las porciones están elaboradas artesanalmente una por una. Venden más de 500 porciones por semana además de tortas y tartas enteras.
Cristóbal ofrece a los clientes pastelería tradicional, en un ambiente cálido y una carta diferente. En cambio, en Isabel, la pastelería es de diseño, con vanguardia y lo nuevo en las tendencias con sabores originales, texturas, un estilo que es único en la ciudad.
Toda la pastelería pasa por ella, está en cada uno de los detalles. “La pastelería es exacta. Por lo que estoy en cada una de las piezas que elaboramos”.
Es emprendedora, innovadora y siempre está a la vanguardia. Supo posicionarse como referente en la pastelería local por los sabores y productos que ofrece a diario. Hoy, junto a sus hijos, Ramiro y Kiara, no para de soñar y de proyectar. Para este año están trabajando en la apertura de una pastelería que llevará su nombre, con el objetivo de generar un negocio importante y replicarlo en franquicias a futuro.
Carolina es una apasionada de lo que hace. “La pastelería me cambió la vida. Pude transformar lo que sentía en amor y ofrecerlo.
Es tanta la emoción y lo que me ha devuelto, ya que pude sacar lo más lindo y convertirlo en producción. Siento gratitud en haberlo encontrado. Los logros los mido por la satisfacción que me dan”.
Entendió que todo es posible con esfuerzo, dedicación, paciencia y mucho amor por lo que uno hace. Motiva y transmite esto a cada eslabón que constituye un proyecto. “Todos los días trabajo junto a un gran equipo”.
Cuentan que después de ocho duros años de trabajo ya han podido estructurar el negocio para que cada área tenga un responsable.
Ramiro ingresó a la empresa con 16 años. Estudió contador público y es quien, de alguna manera, coordina todo el funcionamiento de la empresa.
En este contexto de país en donde los costos han aumentado, ellos se han visto favorecidos. Hoy para una familia una salida se hace costosa por lo que muchos optan por compartir una merienda o un desayuno y en este punto son una gran opción. “La gente no se priva de una salida con la familia o con los amigos y opta por una merienda. A la hora de la tarde el local está repleto durante la semana y las tartas y tortas tienen un lugar importante”.
No existen los imposibles
La situación económica familiar se había vuelto difícil y necesitaba hacer algo. Había dejado su trabajo en una estación de servicios local a la que había ingresado con 19 años. Pero ya tenía 35 y una familia. En ese momento decidió buscar una actividad extra que la ayudara a salir adelante. “Necesitaba algo urgente”.
Carolina siempre fue la encargada de preparar las tortas de cumpleaños para la familia. Nunca imaginó que esa podría ser su vocación. Hasta que tomó un curso de pastelería. Vendió el auto que había podido comprar con su trabajo y empezó este emprendimiento.
Con dos moldes y en la cocina de su casa comenzó a elaborar las delicias que vendía en eventos y para cumpleaños. De a poco fue creando un estilo propio en la pastelería. “Nunca le decía que no a nada y me arriesgaba a tomar todos los trabajos. En mi cabeza daba vueltas el proyecto del café. Era lo que más sabía hacer ya que había pasado tantos años en ese rubro. Mi idea era tener uno algún día”.
Deseaba de corazón la esquina donde está Cristóbal. “La buscaba y siempre estaba alquilada, esperamos tres años más y un día se nos dio. Soy una convencida de que Dios te da en el momento justo. Me tuve que preparar, capacitar y cuando estuve lista se dio lo del negocio”.
Una frase de cabecera de Carolina es que todo con esfuerzo y trabajo se puede lograr. Una empresaria con voluntad y dedicación que a los 35 años arrancó con la pastelería que lleva su nombre y que se ha convertido en un referente en la ciudad.
Con innovación, diseño y lo último de la pastelería fina le ofrece a los villamarienses la mayor calidad en sus productos. Cada uno de ellos lleva horas de trabajo y producción.
Una nueva tendencia
La apertura de Cristóbal, con la instalación de la pastelería marcó un antes y un después en la ciudad y para Carolina también. Si bien ella elaboraba desde siempre tuvo que adaptar y cambiar la producción a los nuevos parámetros de diseño y presentación. Porciones individuales, hechas una por una, marcaron una vanguardia y un estilo en la cafetería villamariense.
Cuentan que comenzaron con una idea para servir cenas y almuerzos también, pero la mayor demanda estaba y sigue estando en el desayuno y meriendas.
Asimismo, Cristóbal marcó un estilo diferente. La apertura del local estuvo acompañada de una buena producción y de un diseño de local renovado. Con jardines verticales, y una combinación de maderas y plantas que hacían un ambiente cálido.
Hoy la estética es un componente en los cafés que abren. Cuentan que los dos primeros años fueron de alta demanda “nunca pensamos que nos iba a sobrepasar la gente. No teníamos experiencia sobre un negocio así. Estamos contentos por lo que hemos logrado”.
En plena pandemia los buscaron para que pudieran abrir un negocio en la esquina de San Martín y Buenos Aires. No lo pensaron y se animaron, invirtieron y comenzaron con los trabajos. Lo primero que plantearon fue el no competir con Cristóbal.
“En esta esquina decidimos reconvertir el negocio. Algo nuevo. Planteamos un diseño novedoso, moderno, con colores fríos, para un público más joven y con una cocina totalmente diferente”.
Las opciones en pastelería que tienen son de diseño, nuevas. Para lograr llegar a un producto novedoso Carolina fue buscando nuevas tendencias y para conseguir nuevos sabores y opciones se capacitó con el reconocido pastelero Gustavo Nari. “Tenía que diseñar un producto a la altura de este negocio, por lo que tomé clases. Necesitaba una pastelería distinta a la tradicional que ya ofrecíamos en Cristóbal”.
Un negocio paralelo
El secreto del éxito se da en el trabajo que ella lleva adelante con su servicio de pastelería. Atiende eventos sociales, empresariales. “Sigo haciendo eventos como siempre, paralelamente a los negocios que estén en marcha”.
“Soy una agradecida de lo que tengo. Nunca tuve noción a dónde podía llegar. Arranco todos los días trabajando como siempre lo hice. No tengo dimensión para saber hasta dónde porque tengo la intención de seguir. Necesito algo nuevo y eso me moviliza a seguir creciendo y con Ramiro vamos por mucho más”.
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