Tenemos mucho por mejorar

La ciudad viene mostrando cada vez más opciones en su circuito gastronómico. Clásicos y novedosos espacios van ganando la tentación de visitarlos para pasar buenos momentos y experiencias.

Sin embargo, y a pesar de serios emprendimientos, con profesionales en la elaboración de los platos, con arquitectura o modernidades varias, todavía resta entre las materias pendientes, mejorar el servicio a la mesa. En la mayoría de los casos, nuestros mozos y mozas, mesero/mesera, no cuentan con la capacitación suficiente, no están preparados y a veces carecen de motivación a que ese círculo se complemente de manera virtuosa.

Los especialistas coinciden en que un buen mesero, un mejor servicio, puede aumentar las ventas del restaurante y que el propio trabajador reciba más propinas. La capacitación es una herramienta que beneficia tanto a empleados como al propietario del negocio.

Unas pocas situaciones pintan el cuadro villamariense: sobre la vestimenta, una linda remera y buena onda a veces son suficientes, pero no siempre; llevar los elementos de limpieza mientras se toma un pedido, da cuenta que la buena voluntad no alcanza; que chicos jueguen a recoger las mesas y hasta se muestren jugando con el plumero en la cabeza, no es la mejor imagen; que aparezcan hasta cuatro mozas diferentes y vos no hayas recibido ni siquiera un appetizer todavía, no habla bien de ese sistema.

Así las cosas, y teniendo en cuenta que en la última capacitación en este rubro gastronómico que ofreció la Escuela de Oficios de la Universidad Nacional de Villa María, por iniciativa de un centro vecinal, la mayoría de los asistentes no se dedicaban a ello, apuntamos aspectos que aspiran a hacer grande nuestro circuito.

En esa línea, aplicar para ser un buen mesero comprende un simple “protocolo”.

Los meseros y meseras son la carta de presentación. Siempre debe ser cortés, tener una actitud positiva, agradable y confiable. Ante toda situación debe ser respetuoso y dirigirse a las personas hablando de la manera más clara posible. Los clientes siempre esperan un buen trato.

Claro que no todos los clientes son iguales, para lo que se recomienda saber diferenciar entre quienes prefieren no tener tanta atención, lo único que necesitan es que les sirvan la comida y que mantengan su distancia, por lo que debe limitarse a presentarse, ofrecer la carta, hacer una recomendación o aclaración sólo si se la piden y mantener distancia; en cambio, otros gustan de mucha atención, desde recomendaciones, algún dato curioso del restaurante, el platillo principal, aclaraciones y hasta establecer una pequeña charla, pero en ningún momento se debe olvidar que está con un cliente y que también debe guardar distancia profesional.

Claro que el mesero debe aprender a servir alimentos y bebidas, para lo que hay diferentes maneras de hacerlo.

Las normas de higiene para meseros es de los puntos más importantes que se deben cuidar.

El conocimiento del menú hará que pueda dar recomendaciones o responder a las dudas de los comensales. Es su tarea saber en qué consiste la carta y que las sugerencias incentivan a que el cliente consuma, por lo regular, más de lo planeado.

El montaje o armado de una mesa, hace a sus obligaciones, entre sus muchos conocimientos, y aquí vale marcar que lo primero que debe asegurarse es que el mobiliario esté en buen estado y limpiarlo. Luego llevará la vajilla.

Un detalle para sumar, es el conocimiento sobre el restaurante, ya que la gran mayoría resalta por su historia, cultura y platos especiales. Son datos que al cliente lo harán sentirse más seguro y servirá como publicidad, la que compartirá en redes sociales, con amigos o con familiares.

Está a la vista que son muchas las cosas que debe saber la moza, el mozo, el mesero o la mesera. Entre más preparados estén, las ventas y las experiencias serán mejores. Por eso las capacitaciones son tan importantes, en pos de elevar la calidad de nuestros espacios gastronómicos.