100 días de motosierra y licuadora: ¿resultará?

100 días de motosierra y licuadora: ¿resultará?

Javier Milei prendió la motosierra, como dijo en campaña; pero también la licuadora, como sobrevino después. Motosierra para hachar fondos en todas las áreas del Estado nacional; licuadora para bajar salarios y jubilaciones. Un plan de ajuste ortodoxo clásico, pero con una profundidad que ningún dirigente político en la Argentina se había animado antes.

 Así pasaron 100 días de gestión. Con críticas de los afectados, con apoyo de los cansados de “la casta”. Milei fundamenta su programa económico en un aspecto político: el hartazgo de la población con la clase política “que empobreció a la gente”. Con una inflación corriendo al 100% anual en octubre-noviembre del año pasado, no le resultó difícil penetrar en un electorado con ánimos de cambio. La mayoría optó por el dirigente que prometía renovación, novedad y críticas hacia “los políticos chorros”.

 Ahora, ¿a qué costos? En los primeros meses de gestión la inflación se disparó al doble, los salarios y jubilaciones se licuaron a niveles de principio de siglo, la producción se derrumbó, el comercio cayó en porcentajes muy pocas veces registrados, el consumo en general se vino a pique. Y todavía falta el aumento de tarifas, luz y gas, que podría erosionar aún más el poder de compra de las familias.

 A pesar de este duro escenario social y económico, que genera bronca y enojo entre los no votantes de Milei, fundamentalmente aquellos que su ubican en las antípodas ideológicas del libertario “anarcocapitalista”, un sector importante de la población continúa con la esperanza de mejoras en los meses venideros. Esta semana se conoció que la encuestadora cordobesa que acertó el resultado del balotaje, Explanans, señaló que el 51,5% de la población avala al Presidente, no muy lejos del 54,9% que le permitió ganar la segunda vuelta hace cuatro meses.

 El propio economista Federico Sturzenegger, asesor sin cargo del gobierno, alimenta esta idea al afirmar que en seis meses se verán “los beneficios” de estas medidas drásticas. En economía hay consensos generalizados entre los profesionales de que los cambios macroeconómicos impactan en la microeconomía a los seis meses. Recién van tres del Gobierno de Milei. Y en tres meses más estarán los dólares de la cosecha gruesa. Y el propio Presidente dijo que marzo y abril serían los peores meses del año. Si esos discursos se trasladan luego a la realidad, a partir del segundo semestre, el Gobierno habrá aplicado una dura receta  inicial pero con resultados satisfactorios en el mediano-largo plazo. Desde el relato oficial todo coincide. 

 Ahora, ¿qué pasa si eso no sucede? Si la recesión se profundiza, si la inflación no se detiene, si los salarios no se recuperan, si las jubilaciones siguen por el piso, si el consumo se derrumba aún más, si la producción no para de caer. Ya lo hemos dicho en otras columnas, Milei tiene la legalidad por cuatro años, pero la legitimidad la debe construir todos los días. Todavía cuenta con un amplio respaldo de la sociedad, aunque inexorablemente deberá traducir en resultados económicos palpables la ferocidad de su ajuste. El encantamiento no dura para siempre y si la motosierra y la licuadora no se desenchufan, siguen andando, y la máquina de producción y el trabajo no se activan, esa legitimidad puede erosionarse muy rápidamente. 

  En 100 días no pudo avanzar con la ley ómnibus y el DNU tambalea. Se peleó con diputados, senadores, gobernadores, artistas, dirigentes deportivos, sindicalistas, organismos de derechos humanos. En los últimos días bajó un cambio, o al menos algo así.

Llamó a construir El Pacto de Mayo. No expresa demasiadas críticas en las redes sociales. A Milei no le gustará “la casta”, pero sí deberá incorporar los modos para negociar, consensuar y gobernar. A los empujones, con bravuconadas, pese al 55% de los votos, no se va a ningún lado en democracia. Ojalá el Presidente lo haya entendido. Consenso y economía. Dos palabras claves en el tiempo que vienen.

Foto gentileza "El Coloquial"

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