¿La casta tiene miedo? No, aumento

¿La casta tiene miedo? No, aumento

 El aumento del 30% en las dietas de diputados y senadores generó indignación de la población en tiempos de ajustes. No sé si molesta el incremento per se o la contradicción con el discurso imperante en esta nueva realidad política-económica que vive la Argentina desde el 10 de diciembre.

 En momentos de bonanza o al menos de una mejor calidad de vida para las familias argentinas, el aumento de sueldos de la clase política genera críticas pero rara vez se da marcha atrás con la medida. Lo que cambia ahora, más allá del porcentaje de incremento y la retroactividad, es que colisiona con el mensaje que el Gobierno de Javier Milei le transmite a la población.

 Milei ganó las elecciones presidenciales con un discurso “anti política”, o como lo bautizó el propio libertario, “anti casta”. Durante la campaña, identificó el enojo de la gente con los dirigentes políticos de todos los colores partidarios, artífices del fracaso de la última década, y allí cosechó una fuerte adhesión que lo llevó en balotaje a la Casa Rosada.

 Ya asumido, su mensaje continúo en el mismo sentido. Dijo que el Congreso Nacional “es un nido de ratas” y hasta los acusó de “coimeros”. Pese a las críticas y con el objetivo de arrinconarlos ante la opinión pública, la política rechazó la aprobación de la ley “ómnibus” y si consigue los votos puede rechazar también el famoso DNU. 

 Los legisladores habían contenido el embate del Poder Ejecutivo y obligado al Presidente a reformular su estrategia política. En efecto, planteó en la apertura de sesiones un nuevo acuerdo, llamado Pacto de Mayo, que podría firmarse en Córdoba, con el aval de los gobernadores. En la práctica luego se traduce en una mayoría legislativa.

 Sin embargo, no esperó ni se imaginó que los propios presidentes de las cámaras, ambos de La Libertad Avanza, como Martín Menem en Diputados y Victoria Villarroel en Senadores, aprobaran un aumento del 30% para todo el cuerpo. Su discurso “anti casta” y de ajuste entró en flagrantes contradicciones con el esfuerzo que le reclama a la sociedad.

 A tal punto, que en las últimas horas trascendió que le reclamó a Menem y Villarroel que vuelvan atrás con la medida y no se aplique. A excepción de la Izquierda, ningún legislador ni coalición planteó objeciones. Con la actualización, el salario supera los 2,5 millones de pesos más los montos extras por desarraigo, viáticos y otros ítems que conforman el sueldo total.

 A excepción de gerentes, Ceos, dueños de grandes corporaciones, nadie en Argentina cobra semejante salario. La política es servicio, o al menos así debería considerarse. Hay dirigentes en todos los órdenes del Estado que no entienden otra forma de vida que trabajar en el sector público. En realidad, la clase política cumple funciones que le otorga el voto de la ciudadanía o la confianza de la autoridad máxima de la Nación, provincias y municipios para integrar un gabinete. Terminado ese tiempo de 4 años, y si no hay continuidad del espacio político en el poder o por el propio recambio de autoridades legislativas, deberían volver a la actividad privada como cualquier persona.

 Pero en Argentina no pasa. La dirigencia oficialista u opositora en general se repite. Y en años de “vacas flacas” la sociedad los mira con recelo y enojo. Fue lo que interpretó Milei el año pasado. No obstante, si permite que los 329 diputados y senadores se aumenten el sueldo en tiempos de feroz ajuste del gasto público, recortes en todas las áreas y traslado de costos hacia la gente común, el enojo de la población también recaerá en el Presidente. Por eso, no es casualidad que haya trascendido que pidió dejar sin efecto el aumento. No le queda otra si quiere mantener el consenso de su proyecto político-económico ortodoxo clásico.

 Finalmente, el sentido común. Si a la gente no le alcanza la plata, si hace malabares para llegar a fin de mes, si los pesos se van más rápido que las nubes; y asimismo se acepta este periodo de reordenamiento del Estado con fuertes consecuencias en la microeconomía, diputados y senadores no pueden incrementarse el salario de un día para otro. Es sentido común. Actualmente ganan casi 2 millones de pesos, suficiente para vivir. No solo hay que ser, sino parecer, reza el dicho popular. Sean. Sean austeros, tengan gestos positivos, no miren la realidad desde sus bancas. Entiendan lo que le pasa a la gente. No es muy difícil.

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