Desfile de candidatos en el inicio de la campaña

 En apenas dos semanas de campaña desfilaron por Villa María uno tras otro los candidatos a diputados y senadores por la provincia de Córdoba. Como ya se dijo en esta columna, además de la elección legislativa per se, la dirigencia política provincial observará con especial atención la disputa en la ciudad entre Martín Gill y Eduardo Accastello. El comicio legislativo tendrá un componente extra tanto en las primarias de septiembre como en las generales de noviembre, que no solo atraerá las miradas de “los peronismos” en su conjunto, sino también del resto de las fuerzas opositoras.

 Todos mencionan la contienda entre los dos máximos referentes del peronismo villamariense en los últimos 25 años, que determinará en gran parte la conducción del PJ local para los tiempos venideros.

 Gill, candidato a primer diputado del Frente de Todos, intentará revalidar en las urnas el respaldo que obtuvo en 2015 y 2019 cuando fue elegido intendente de la ciudad. Accastello, candidato a segundo senador de Hacemos por Córdoba, buscará recuperar el liderazgo en el plano local luego de ceder el territorio al gillismo en 2015. 

 En efecto, Martín Gill llega con fuertes chances de alcanzar la banca en la Cámara Baja, producto de ocupar el primer lugar en la nómina del kirchnerismo; Eduardo Accastello necesita de un batacazo provincial que hoy nadie avizora para ganar la segunda banca en la Cámara Alta, en la boleta del schiarettismo. Ya hablaremos más adelante del caso particular. Volvamos a los candidatos.

 Por este condimento especial, que centrará la atención de los villamarienses, más allá del carácter nacional de la elección, el resto de los partidos políticos no quieren pasar desapercibidos en la oferta electoral y las visitas se multiplican semana tras semana. Además, desde el domingo se escucharon los primeros spots y se observaron los primeros carteles propagandísticos.

  El interés mayor de la población sigue puesto en la economía y en la salud, aunque más temprano que tarde la campaña se colará en agenda social dada la obligatoriedad de concurrir a las urnas, una normativa que continúa vigente en nuestro país. La foto del presidente Alberto Fernández, en la reunión social en tiempos de cuarentena estricta, inauguró el fuego cruzado entre oficialistas y opositores. Nadie del kirchnerismo puede explicar semejante inmoralidad y las fuerzas opositoras aprovecharon el error para capitalizarlo políticamente e instalar el tema. La oposición golpeó primero y hasta pide el juicio político. 

 Como decíamos, en las últimas semanas llegaron a Villa María candidatos como Luis Juez, Mario Negri, Laura Vilches, Luciana Echeverría, Rodrigo De Loredo, Alejandra Vigo, Natalia De la Sota, Soher El Sukaria, Javier Bee Sellares, Ramón Mestre, Dante Rossi, Raúl Gómez, Griselda Baldata y, obviamente, Martín Gill y Eduardo Accastello. De izquierda, de derecha y de centro. Todo el arco político-ideológico de Córdoba. Además de funcionarios provinciales como Alfonso Mosquera (Seguridad) y Héctor Campana (Deportes), o nacionales como el propio Gill (secretario de Obras Públicas de la Nación), que le permite a “los peronismos” establecer un diferencial respecto a sus competidores. Los mencionados se encuentran en gestión y campaña al mismo tiempo, en este doble rol que el oficialismo de cualquier signo político aprovecha para exhibir gestión, obras y subsidios.

 En definitiva, los nombres propios ratifican la tesis inicial de esta columna sobre la importancia de Villa María en esta elección legislativa. Gill y Accastello le añaden un condimento especial, que en otro escenario no hubiera existido. El martes además estará la candidata de izquierda Liliana Olivero y el resto de los competidores repetirán presencia de aquí al 9 de septiembre, momento que comenzará a regir la veda electoral.

 En los últimos días se vio una fuerte presencia en el territorio tanto de Gill como de Accastello. El primero lanzó su candidatura en un hotel de la periferia, el segundo encabezó diferentes actos en la ciudad y la región. Gill sabe que un mal resultado local, a pesar del número final en toda la provincia, lo dejará debilitado en la pelea interna con el accastellismo. Más aún si en diciembre debe renunciar y convocar a elecciones. Accastello quiere ganar para recuperar el terreno perdido en la ciudad, aunque una derrota con el gillismo lo dejará muy herido en la disputa interna y casi sin chances de terciar en la futura nominación del candidato a intendente, sea en 2022 o 2023. En Villa María, en el peronismo en particular, se juega mucho más que una elección legislativa. El mismo contexto político terminará de ordenar el escenario presente y futuro. Esto recién empieza.

Martin Alexis Alanis

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