El DNU de Milei: entre el mercado y la legalidad

El país habla del “decretazo” del presidente Javier Milei que elimina o modifica 366 leyes del sistema normativo argentino. Un Decreto de Necesidad y Urgencia (DNU) que cambia la estructura jurídica, económica, política y social de la Argentina.


 Una batalla entre las exigencias del “mercado” en el nuevo tiempo y la legalidad del instrumento utilizado, sin remitirlo al Congreso de la Nación para su tratamiento. Hay que ser claro: las leyes se cambian, una ley reemplaza a otra. Nada es inmodificable, salvo los aspectos consagrados en la Constitución Nacional (aquí los cambios necesitan de una Convencional Constituyente).

 
 Las mayores críticas del arco político (la famosa “casta”) y de parte de la sociedad que se manifestó en las calles y en las redes sociales pasan por las formas. Utilizar un DNU para modificar 366 leyes, que desregula la actividad económica, contiene una audacia política pocas veces vista. Inédito desde el retorno a la democracia, al menos. A 10 días de asumir, Milei se juega “un todo o nada”. Como en el casino. Un pleno a un número en particular. Si le sale bien, habrá consolidado su poder político por los próximos 4 años. Si le sale mal, su poder político se habrá resentido en tiempo record.


 El Congreso revisará en las próximas semanas el DNU. Lo tiene que aceptar o rechazar. No lo puede modificar. No hay más opciones que estas dos posibilidades. Sí o no. No se trata una ley, se trata un DNU. Milei quiere su propia ley vigente, sin modificaciones. Por eso no remite proyectos de ley para tratar en sesiones extraordinarias. Quiere una ley propia según sus propios objetivos de gobierno.


 El “mercado” y el poder económico acompañan al Presidente, el resto de los sectores se manifiestan inicialmente en contra. Hablamos de los partidos políticos tradicionales, diputados y senadores de las bancadas opositoras, centrales obreras, movimientos sociales, entre otros. El Gobierno necesita que el DNU se apruebe en una sola Cámara o que no se trate en algunas de las dos para que haya una aprobación tácita. La oposición, sí o sí, necesita rechazar el DNU en las dos Cámaras por mayoría absoluta (la mitad más uno) para hacerlo caer. Ya comenzó el poroteo en los pasillos, y de acuerdo a la manifestación de legisladores, gobernadores y dirigentes de los partidos políticos que tienen la mayoría legislativa, le resultaría muy difícil al oficialismo conseguir el número para evitar que se rechace. Necesitará de mucha política y muchas negociaciones. Nada está cerrado, todo está por verse.


 Se han manifestado en contra, hasta el momento, el PJ kirchnerista y el PJ Federal (o como se llame ahora), la UCR (a través de su nuevo presidente y senador, Martín Lousteau), la Coalición Cívica (lo hizo su presidente y diputado Maximiliano Ferraro), el Solicialismo y parte del Pro (con Horacio Rodríguez Larreta a la cabeza). A favor, La Libertad Avanza, el partido del Presidente, y el Pro que le responde a Mauricio Macri. Aún no se expresaron los representantes de partidos provinciales.


 Milei tiene la legalidad por 4 años, lo consiguió de manera contundente en balotaje. La legitimidad la tiene que construir todos los días. La puede perder con la misma facilidad que la ganó. No es estática, es dinámica, y más en una sociedad como la argentina tan cambiante e impredecible. 


 Milei solo se metió en un todo o nada, con cambios que no son de necesidad y urgencia. Evitó el debate en el Congreso Nacional de cada ley y aspira a una modificación normativa de “un solo saque”, con la fuerza que le otorgaron los votos. Y además con la velocidad que le había sugerido su nuevo socio político Mauricio Macri. Veremos la reacción del parlamento argentino ante la intromisión de otro poder en las facultades propias del poder legislativo. 


 Algunos de los legisladores no cuestionaron el fondo y hablaron de cambios necesarios en la legislación. Incluso hasta funcionarios salientes. Pero sí cuestionaron la forma. Ahí está el principal escollo hoy del Gobierno. Y ya no puede modificar ese estado. Eligió el DNU y lo tendrá que defender con uñas y dientes para evitar una derrota política durísima. Nadie se animó en un solo acto administrativo a enfrentar tantas instituciones y sectores en un mismo momento. Es un proyecto bisagra en la historia nacional. Esta historia recién se está escribiendo. Y el final es incierto.
 

Martín Alexis Alanis

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