Hace cinco años atrás todo empezó como un hobby, pero hoy el compromiso con el medioambiente impulsó a Greenpack VM a ser una empresa de economía circular, con una producción mensual de 15 mil kilos de pastillas de plástico, a partir de bolsas de polietileno reciclado. Un emprendimiento con ansias de crecer, que se abrió paso para reducir el impacto ambiental que generan los plásticos.
Alejandro Paredes y Eliana Pirchi son la dupla conyugal que fundó la empresa, la cual tuvo sus inicios en Villa Nueva, cuando adquirieron la primera máquina de un conocido. “Nos motivó el poder hacer algo para darle otro fin al plástico”, recordó Alejandro, y explicó que el material con el que trabajan son bolsas de polietileno, empleadas en embalaje de pallets, paquetería, termosellado de packs de bebidas, entre otros. Con el correr del tiempo, sus proveedores empezaron a concentrarse en Villa María, por lo tanto la logística y costos los llevó a mudarse a esta ciudad. Así colmaron un galpón, invirtiendo en máquinas importadas de China y trabajando junto a un equipo de seis operarios.
El modelo productivo comienza con la recolección, sin costo, del plástico que le proveen las 75 empresas con las que trabajan en Villa María y la región, a quienes la firma hace entrega de un certificado de disposición final del residuo. Entre estos proveedores se encuentran empresas de transporte de encomiendas, correos, embotelladoras, mayoristas e industrias lácteas. En tanto su cartera de clientes alcanza a fabricantes de Villa María, Freyre, Corral de Bustos, Laborde, Las Varillas y Córdoba.
De esta manera, el plástico recuperado ingresa al molino lavador, donde se tritura y lava con agua, para luego secarse en la centrífuga, manteniendo un mínimo de humedad. Luego, el material triturado ingresa a la grumadora, en la cual comienza a girar por un sistema de cuchillas y la fricción generada contrae el plástico, transformándolo en una masa homogénea. A continuación se le adiciona agua para fracturarse en pequeños grumos. Este nuevo material ingresa a la extrusora, que lo funde en largas hebras de plástico que pasan a la pelletizadora, generando los pellets o pastillas de plástico reciclado.
“Fabricamos 15 mil kilos de pastillas mensuales en un proceso sustentable, ya que no generamos ninguna emisión contaminante, más que vapor de agua cuando se seca el plástico”, explicó Eliana. Además, indicó que estas pequeñas unidades son la materia prima de nuevas bolsas plásticas, caños de plomería, algunos envases no alimenticios y modelos por inyección de autopartes, entre otros.
La necesidad de cumplir con una demanda cada vez mayor, impulsó a los emprendedores para adquirir un terreno de 600 metros cuadrados en el Parque Industrial Logístico y Tecnológico de Villa María, siendo uno de los primeros proyectos de economía circular en establecerse dentro del predio industrial.
“La ventaja de construir un galpón en el parque es el acceso a una mayor potencia de energía eléctrica, que nos permita desarrollar un turno más de trabajo”, detalló Eliana. En este aspecto, la titular de la firma indicó que el lugar donde ahora está la fábrica carece de la infraestructura eléctrica suficiente para trabajar con más de una máquina en simultáneo. A la par, Alejandro subrayó que el nuevo galpón contaría con el servicio de energía eléctrica necesaria “para duplicar la producción y alcanzar los 30 mil kilos de pellets mensuales, generando un salto significativo en la producción”.
El diseño del proyecto contempla un galpón para el circuito productivo, con la posibilidad futura de incorporar oficinas y sanitarios que se alimenten con paneles solares, como también un sistema de recupero de aguas pluviales. En cuanto a la financiación, la empresa se encuentra en la búsqueda de líneas crediticias para que este modelo de economía circular pueda concretarse, destacando que sería el primero de este tipo en instalarse dentro del predio industrial.
Con el impulso constante de crecer y mejorar, Alejandro y Eliana aseguran que “todo lo que hacen tiene un sello personal”, que se traduce en un producto de calidad, permitiendo “estrechar vínculos comerciales que perduran hasta hoy”. Un modelo productivo que transforma un residuo en un producto reciclado, a partir del esfuerzo colectivo de quienes integran el proyecto y con el compromiso de reducir la contaminación ambiental.
Biol. Soledad Santa Cruz
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