Una apuesta a la cultura en tiempos de motosierra

 El recorrido peñero abrió sus puertas una vez más en un contexto signado por la crisis económica y la incertidumbre política. “Nunca resultó tan difícil fijar los precios como este año”, se sinceró días atrás Miriam Cavallari, presidenta de la Agrupación Folklórica Villa María.

 Sin dudas, la ciudad apuesta al arte y la cultura en tiempos donde los recortes son moneda corriente en todas las administraciones. Personalidades e instituciones culturales protestaron contra las medidas del Presidente Javier Milei que atentaban contra la actividad y el capítulo fue retirado de la ley “ómnibus”, que ahora se debate en el Congreso Nacional.

 En contraposición, tanto la provincia de Córdoba como Villa María se manifestaron a favor de las actividades culturales y la promoción de las mismas. Días atrás lo expresaron en un acto conjunto el presidente de la Agencia Córdoba Cultura, Raúl Sansica, y el intendente Eduardo Accastello. Claramente el tiro por elevación (y no tanto) estaba dirigido a la administración central. 

 En Córdoba en general, y en la región en particular, las expresiones artísticas y culturales, fundamentalmente festivales y carnavales en tiempos de verano, representa no solo un lugar para el encuentro de la comunidad, sino también un movimiento económico poco usual en un corto periodo de tiempo.

 En Villa María, el Municipio estima que a lo largo de 13 días el movimiento comercial rondará los 25 mil millones de pesos. Un número nada despreciable en momentos donde la actividad comercial está en picada libre. El informe de Fedecom de enero así lo demuestra: cayó casi un 13% en plena temporada estival. Fue el peor mes de los últimos 24. 

 En efecto, la apuesta en la organización de un evento tan costoso, como en el caso de la ciudad, en la que invierten no solo el Estado municipal con el armado de la grilla del Festival de Peñas, sino también los privados que montan sus stands a lo largo de la costanera, demuestra que la cultura no significa solamente el encuentro de artistas y público en esa comunión casi mágica, sino también recursos económicos para el sector público y privado. Lo mismo vivió Villa Nueva con sus carnavales y cada una de las localidades de la región que organizan algún festival popular.

 Villa María comienza a disfrutar de sus 13 días de fiesta, con el pico máximo entre el 9 y el 13 de febrero con el 56º Festival Internacional de Peñas. En la venta de entradas se sustenta gran parte del espectáculo, ya que no tiene ingresos por televisación (fue lo expresado en varias ocasiones por el intendente Accastello, que la edición 2025 pretende que la televisión pague para transmitir el festival y así financie gran parte del show). 

 La ciudad está en emergencia económica producto de la deuda que dejó la administración de Martín Gill. Organizar el festival es una apuesta arriesgada, pero necesaria. El festival es parte de la identidad del villamariense y también de los ciudadanos de la región, que encuentran en este espectáculo maravilloso la ventana para proyectar la ciudad-región hacia todo el país con artistas de renombre nacional e internacional. 

 En un contexto de crisis, vale reiterar, donde el recorte en el Estado parece imprescindible para bajar el déficit fiscal, el apoyo a la cultura como política de Estado debe ser una realidad incuestionable. La cultura no es gasto, es inversión. Y más aún cuando esa inversión genera tantos millones como el recorrido peñero y el festival. Que no se pierda.

Martín Alanis