Resistencia a los antibióticos: una amenaza que se propaga

Cuando Alexander Fleming descubrió la penicilina, fue uno de los hallazgos más importantes de la Medicina que permitiría salvar a millones de personas de las infecciones bacterianas. Sin embargo, el mal uso y abuso de estos antibacterianos, junto al cambio climático y la falta de regulación, ha generado un escenario propicio para que las bacterias desarrollen una resistencia al tratamiento poniendo en situación de alarma a los sistemas sanitarios globales.

La resistencia a los antibióticos está dada por la capacidad de los microbios a repeler la acción de los fármacos encargados de romper sus estructuras celulares, con el fin de inhibirlos o matarlos. Si bien el enfoque estuvo puesto siempre en la salud humana y animal, el medio ambiente también juega un rol muy importante en el desarrollo, transmisión y propagación del problema.

El aumento de la temperatura global producto de la crisis climática; y consecuentemente los fenómenos meteorológicos extremos que se observan en el mundo, hacen que los ecosistemas sean más permeables a nuevas enfermedades bacterianas, virales, parasitarias o fúngicas, que antes no se detectaban en ciertas zonas geográficas; incrementando la tasa de infección en humanos, animales y plantas.

Paralelamente, bajo el microscopio se ha observado que las temperaturas elevadas favorecen no sólo el crecimiento de bacterias, sino también un proceso definido como transferencia horizontal de genes. En esta secuencia, el traspaso de material genético sucede de una célula a otra, induciendo la fármaco resistencia en una misma colonia de bacterias.

Este fenómeno permite que la supervivencia de las bacterias ocurra mucho más rápido; y las investigaciones aseguran que la contaminación desmedida y las altas temperaturas del cambio climático pueden influir en la proliferación de estos organismos y en la velocidad a la que adquieren resistencia.

Además, se suma la falsa creencia de que los antibióticos curan enfermedades infecciosas como la gripe o resfríos, las cuales en su mayoría son virales. Los antibióticos son exclusivamente efectivos cuando hay presencia de bacterias. El mal uso, excesivo o subterapeútico de antibióticos también es un motivo más para que estos organismos generen resistencia. De continuar con este mal hábito, en unos años los antibióticos dejarán de ser efectivos, las infecciones serán muy difíciles de tratar y las intervenciones quirúrgicas muy peligrosas.

Volviendo al aspecto ecológico, la actividad agropecuaria también debe ser responsable en el uso de medicamentos, en especial los aplicados al ganado, ya que un uso indebido puede alterar los microambientes de otros organismos, cuya presencia en los ecosistemas permite controlar la proliferación de bacterias.

Ante este panorama, las Naciones Unidas junto a otras organizaciones vienen trabajando sobre la resistencia a los antibióticos bajo un enfoque One Health (una sola salud), que pretende buscar soluciones considerando la salud de las personas, los animales, las plantas y el medio ambiente como sujetos interdependientes, cuya vinculación permitirá prevenir y evitar la propagación de las bacterias. A tal efecto, profesionales de medicina, veterinaria y medio ambiente deberán trabajar en conjunto para alcanzar una sola salud óptima para todos.

Debemos ser conscientes que el medio ambiente es el escenario donde tenemos que actuar para frenar el cambio climático, pensando en que todo y todos somos parte de un ecosistema global, y si cuidamos el planeta, cuidamos nuestra salud.

Soledad Santa Cruz - Bióloga